Una nueva etapa en la crisis del capitalismo – Cuarta parte
Francia y Alemania
A la burguesía francesa le fue muy bien en la UE, aunque nunca logró su objetivo de dominar políticamente. La subida inexorable de Alemania la ha empujado a la segunda posición. Pero el avance general del capitalismo europeo le dio un nivel de prosperidad que le permitió otorgar concesiones importantes para satisfacer a la poderosa y militante clase obrera francesa.
David Cameron y Nicolas Sarkozy. Foto de Andrew Parsons.Todo eso ha cambiado. La insistencia con la que París presionó a Berlín para pagar a los griegos puso en evidencia el estado precario del capitalismo francés. Los bancos franceses están casi tan expuestos como los de Alemania a la economía griega. Una moratoria griega pondría al sector financiero francés de rodillas y provocaría una profunda crisis. Por eso los capitalistas franceses protestaron más ruidosamente que cualquier otro por las vacilaciones de Merkel. Al final, los alemanes pagaron, pero ahora Francia se enfrenta a un grave dilema.
Charles Maurice de Talleyrand dijo que la facultad del habla le ha sido dado al hombre para disfrazar sus pensamientos. Esto es muy aplicable al presidente francés Nicolas Sarkozy. Él ha prometido recortar el déficit de Francia a un 3 por ciento del PIB para el 2013. Pero hasta ahora, sólo ha anunciado pequeños ahorros, como no sustituir a ninguno de los funcionarios civiles que se jubilen. Pero el principal problema al que se enfrenta la burguesía es el desafortunado hecho de que la gente ahora vive demasiado tiempo. Los trabajadores franceses pasan un promedio de 24 años en la jubilación, cifra muy por encima del promedio para un país desarrollado. Gracias a la tradición militante de los trabajadores franceses, han alcanzado un estado de bienestar muy superior a Gran Bretaña y muchos otros países de Europa.
El hecho de que los franceses hayan logrado algo parecido a un modo civilizado de existencia es una fuente de profundo resentimiento en Londres y Washington, donde se mantiene a Francia como el ejemplo palpable del «modelo derrochador Europeo». La gente tiene derecho a sanidad gratuita razonable y a pensiones. ¡Qué escándalo! Los defensores del modelo «anglo-sajón (es decir, bárbaro)» sacuden sus cabezas con incredulidad. Esta no es la manera de mejorar la eficiencia y crear riqueza… ¡para los capitalistas!
La burguesía francesa se inclina a estar de acuerdo. Gradualmente han logrado desarticular los logros del pasado, como la semana de 30 horas. Pero hay un problema. Los trabajadores franceses tienen una costumbre muy irritante de ir a la huelga y salir a las calles cuando son atacados. En varias ocasiones han obligado a los gobiernos a echarse atrás e, incluso, los han derrocado. El gobierno de París, muy consciente de las tradiciones militantes de la clase obrera, hasta ahora no ha realizado ningún compromiso importante en la reducción del gasto.
Nicolas Sarkozy está dispuesto a impulsar una gran «reforma» que aumentaría la edad de jubilación, actualmente de 60 años. Pero se ve obligado a proceder lentamente, por temor a despertar la poderosa clase obrera francesa. Su táctica consiste en cortar, pero poco a poco, centímetro a centímetro, mientras que todo el tiempo hace ruidos reconfortantes sobre la protección de los valores sociales, el consenso y demás. Sin embargo, en un momento dado este gradualismo se romperá. El punto de ruptura será probablemente sobre el tema de las pensiones. Y los trabajadores franceses estarán en las calles una vez más.
Alemania comenzará a restringir los gastos a partir del próximo año y se espera que recorte por lo menos 10 mil millones de € cada año hasta 2016. Se concentrará en las subvenciones, y habrá subidas de impuestos y recortes de gastos departamentales. Estas duras medidas están destinadas a servir de ejemplo al resto de Europa. La excusa es que Alemania tiene que cumplir con las normas sobre el tratamiento de la deuda según está escrito en su constitución. Pero este argumento no tendrá ningún efecto sobre los poderosos sindicatos alemanes, que no tardarán mucho en seguir el ejemplo de los trabajadores griegos. De esta manera, el «contagio» se aplica no sólo a los mercados financieros, sino también a la lucha de clases.
Islandia e Irlanda
La inevitabilidad de cambios bruscos y repentinos en la situación se muestra por los acontecimientos en Islandia, un país que había disfrutado de altos niveles de vida y estabilidad política. En enero de 2009 las protestas congregaron a miles de personas en las calles de la capital, Reykjavik, en las mayores manifestaciones que el país ha visto jamás. Cuando el Parlamento se volvió a convocar el 19 de enero, se les impidió inicialmente reunirse, ya que 2.000 manifestantes bloquearon el edificio del parlamento. Hubo enfrentamientos violentos entre la policía y jóvenes manifestantes. Como resultado, el gobierno de coalición entre el Samfylkingin (socialdemócratas) y el Partido Conservador de la Independencia se ha roto. El gobierno de Islandia fue así el primero en caer como consecuencia de la crisis económica actual. No será el último.
La lucha de clases es cada vez mayor en Irlanda, donde, como en Islandia y España, un período de rápido crecimiento económico y especulación febril ha terminado en un colapso total. Esto está provocando un ambiente de ira. En febrero de 2009 unos 200.000 trabajadores y sus familias salieron a las calles de Dublín, para mostrar su oposición a la decisión del gobierno de imponer un gravamen de pensiones sobre 300.000 trabajadores del sector público. Hubo una ocupación de la fábrica de los trabajadores de Waterford Crystal.
El 6 de noviembre de 2009 decenas de miles de personas participaron en manifestaciones en Dublín, Cork, Waterford, Galway, Sligo, Limerick, Tullamore y Dundalk. Un sindicato principal, SIPTU, votó masivamente a unirse a las huelgas del sector público el 24 de noviembre, cuando más de 250.000 trabajadores irlandeses en el sector público se declararon en huelga. Esta es la forma que van a tomar las cosas.
Gran Bretaña y Europa
De las principales potencias europeas, Gran Bretaña se quedó fuera de la Unión Europea (la CEE como se llamaba entonces), con la ilusión de que todavía podría mantener un importante papel independiente en los asuntos mundiales. Este sueño ingenuo se redujo pronto a cenizas, y la burguesía británica fue forzada a arrastrarse de rodillas para entrar en la UE. Aún así, Londres estaba subordinada a Washington (esto es lo que se conoce humorísticamente como «la relación especial»), un hecho que no pasó desapercibido en Berlín y, sobre todo, en París.
Los capitalistas británicos no se adhirieron al euro, lo que ahora aparece como un acto de juicio supremo. Esto les permitió devaluar la libra esterlina, lo que dio a las exportaciones británicas una ventaja sobre los países del euro. Este hecho puso de manifiesto la debilidad del capitalismo británico, no su fortaleza. La devaluación de la moneda era el método tradicionalmente utilizado por las economías más débiles europeas para competir. Presentando la pérdida de valor de la libra esterlina como un acto de juicio supremo, la burguesía inglesa no está haciendo más que publicidad de su bancarrota.
Los británicos no son populares en Europa, donde son vistos con sospecha, no sin razón, debido a su dependencia de los EEUU. Cuando el líder conservador, Cameron, fue a París para reunirse con Nicolas Sarkozy, no pudo resistirse a hacer un comentario petulante acerca del euro, que visiblemente irritó al presidente francés.
Al día siguiente, el Primer Ministro británico dijo a la Sra. Merkel que Gran Bretaña no sólo estaba fuera del euro, sino que iba a bloquear las propuestas alemanas, que se iban a presentar en la reunión del ministro de finanzas el viernes, para dar a la UE nuevos poderes económicos para vigilar los presupuestos de los Estados miembros de moneda única.
«Gran Bretaña quiere una zona de euro fuerte y estable», dijo. Pero de inmediato procedió a tirar una llave inglesa a la maquinaria: «Gran Bretaña no está en el euro y no va a unirse al euro. Por eso, Gran Bretaña no estaría de acuerdo con arreglos o tratados que nos alejaran aún más en cuanto a apoyar a la zona del euro. Cualquier tratado –incluso uno que sólo fuera aplicable a la zona del euro– necesita el acuerdo unánime de los 27 Estados miembros, incluido el Reino Unido, que por supuesto tiene derecho a veto».
Esto es lo que alguien llamó el noble arte de ganar amigos y gente de influencia. Si los alemanes no expresaron su indignación abiertamente ante esta estupidez arrogante, fue sólo porque no esperaban otra cosa de los representantes políticos de la clase dominante británica. En Europa una gran parte de la ira contra el sistema financiero se dirige a Londres y Nueva York, donde la mayoría de los operadores de divisas del mundo y los inversores de la deuda se basan.
Los socios europeos de Gran Bretaña, irritados por los aires de superioridad de los británicos y enojados por la «injusta» ventaja obtenida por la devaluación de la libra esterlina, les han recordado su responsabilidad hacia Europa, y exigieron que participen, con dinero sobre la mesa, en el plan de rescate. Gruñendo y maldiciendo en voz baja, la burguesía británica está obligada a meter la mano en el bolsillo.
El petulante aire de superioridad de Cameron ante las dificultades del Euro está fuera de lugar. Nos recuerda la actitud de otro primer ministro conservador, Stanley Baldwin, quien, en la década de 1930, describió a Europa como un «manicomio». Respondiendo a Baldwin, Trotsky señaló que Gran Bretaña era sólo la última sala en el manicomio europeo, y la última sala normalmente estaba reservada para los pacientes particularmente violentos.
Gran Bretaña no escapará a la ruina general porque no sea miembro de la zona euro. La crisis en Europa se expresará en una caída de la demanda y, por lo tanto, una reducción del mercado para las exportaciones británicas, la mayoría de las cuales se venden en Europa. La crisis en la zona del euro (el mercado de exportación más grande de Gran Bretaña) minará la recuperación de Gran Bretaña, que en todo caso es muy débil. A Cameron se le dijo en términos inequívocos que Alemania ve a Gran Bretaña (que tiene el mayor déficit presupuestario de la UE), como un fuerte candidato para el contagio si el pánico del mercado sobre Grecia, Portugal y España se propaga.
El gobierno de Londres es ahora una coalición inestable entre los Conservadores, en cuyas filas los chauvinistas anti-europeos son la mayoría, y los Liberales pro-europeos. La derecha conservadora es un hervidero de resentimiento por lo que ven como la excesiva influencia de los Liberales en el gobierno. La cuestión de Europa es un punto muy delicado, que más tarde puede proporcionar la chispa que haga estallar una crisis en la coalición.
Temiendo que los mercados comiencen a atacar a la libra, los conservadores han comenzado a recortar el gasto público. El Gobierno de coalición declaró que los «años de abundancia» para el gasto público se habían terminado ya, cuando admitió que su paquete de £ 6.200 millones de ahorro inmediato era «sólo el comienzo» de un vasto programa de recortes. Pero los mercados no se han impresionado. La primera oleada de recortes apenas supone el 1 por ciento del gasto público total y una fracción del déficit de £ 156.000 millones de las finanzas públicas.
El Instituto de Estudios Fiscales (IFS) advirtió que todavía habría que pasar más fatigas. Advirtió que estas medidas reducirían el endeudamiento en sólo 5.000 millones de libras este año. «Esto es menos de una décima parte del trabajo de reparación fiscal que, en su previsión de presupuesto para el año 2010, Alistair Darling [antiguo ministro de finanzas del saliente gobierno socialista] sugirió se precisaría en los próximos años», dijo. Los patrones quieren ver recortes reales, no una manicura, sino la amputación de brazos y piernas. Los inversores están esperando a ver si el Gobierno británico posee la voluntad y la capacidad de realizar los recortes profundos que consideran necesarios. Y los mercados son los que deciden.
Por el momento, la ola de pánico que barrió los países de la zona euro no se ha extendido directamente a Gran Bretaña, a pesar de su enorme déficit. Pero esto es sólo un respiro temporal. En la actualidad, el Reino Unido está a la espera entre bastidores, observando con cautela como agoniza el euro. Pero los mercados podrían ir por el Reino Unido en cualquier momento. Se puede medir la gravedad de la situación por el hecho de que el nuevo Gobierno expresó alivio porque el aumento de la recaudación tributaria redujo el déficit esperado en £ 7.000 millones y, por lo tanto, «sólo» era de £ 156.000 millones.
Gran Bretaña se verá afectada por la crisis en la eurozona. Sin crecimiento en Europa, habrá poca demanda para las exportaciones británicas, justo en el momento en el que la coalición de Conservadores y Liberales espera una recuperación impulsada por estas. El euro se está debilitando respecto a la libra, erosionando parcialmente la competitividad lograda por la devaluación de la misma.
En el próximo periodo veremos un ataque mucho mayor a las condiciones de vida, lo que provocará una respuesta contundente por parte de los sindicatos. En la década de los setenta, Gran Bretaña era conocida por ser el país europeo con el mayor movimiento huelguístico, pero desde que el gobierno de Thatcher derrotó a los mineros, los sindicatos han estado a la defensiva. Ahora todo eso va a cambiar. Habrá huelgas y manifestaciones sin precedentes desde los setenta.
El ambiente de combatibidad sacudirá los sindicatos de arriba abajo, desplazando a los antiguos líderes conservadores y sustituyéndolos por otros que sean más sensibles a los deseos de la base. Dada la conexión orgánica entre los sindicatos y el Partido Laborista, este último será empujado hacia la izquierda, como ocurrió en los setenta. Toda la situación tanto en Gran Bretaña como en el resto de Europa se transformará.
Los Estados Unidos de América
«La mayoría de los estadounidenses saben que la economía de los EEUU está en mal estado, pero lo que la mayoría de los estadounidenses no sabe es cuán desesperada es la situación financiera de los Estados Unidos realmente. La verdad es que lo que estamos experimentando no es simplemente una ‘caída’ o una ‘recesión’. Lo que estamos presenciando es el inicio del fin de la mayor maquinaria económica que se haya visto jamás. Nuestra codicia y nuestra deuda, literalmente, se están comiendo viva nuestra economía. El total de la deuda gubernamental, corporativa y personal ha alcanzado el 360% del PIB, que es mucho más de lo que llegó a ser durante la era de la Gran Depresión. Hemos desmantelado casi en su totalidad la que fuera una vez nuestra colosal base manufacturera, hemos enviado millones y millones de puestos de trabajo de clase media allende los mares, hemos vivido muy por encima de nuestras posibilidades durante décadas y hemos creado la mayor burbuja de deuda en la historia del mundo. Se está acercando rápidamente el día del ajuste de las cuentas financieras, y la mayoría de los estadounidenses son totalmente ajenos.» (Global Research, 4 de junio de 2010.)
Cuando Obama telefoneó a Zapatero presionándole para que llevara a cabo recortes, fue un reconocimiento de facto del cordón umbilical que conecta la crisis en Europa con la de EEUU. Las líneas anteriores expresan el hecho de que el sueño americano es cosa del pasado. La actual generación de jóvenes estadounidenses será la primera desde la Gran Depresión que no puede aspirar a mejores condiciones de vida que sus padres.
Incluso antes del colapso económico, los ricos se estaban haciendo cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Ahora, se está abriendo un abismo insalvable entre ricos y pobres, entre los que tienen y los que no en la «tierra de la libertad». El artículo citado anteriormente enumera cincuenta hechos que acentuaron la gravedad de la crisis en los EEUU.
En 1950, la proporción entre la media del salario de un ejecutivo con respecto al salario de un obrero estaba en torno a 30 a uno. Desde el año 2000, la relación ha aumentado a entre 300 y 500 a uno. Dos tercios del aumento de los ingresos en EEUU entre 2002 y 2007 fueron para el 1% más rico de los estadounidenses. El 40% más bajo de receptores de ingresos en los EEUU actualmente poseen de manera colectiva menos del 1% de la riqueza de la nación.
Más del 24% de todas las viviendas hipotecadas en los Estados Unidos ha tenido impagos a partir de finales de 2009. Los impagos de hipotecas de edificios de apartamentos que estaban en manos de bancos estadounidenses alcanzó el record del 4,6% en el primer trimestre de 2010. Eso era casi el doble del nivel de un año antes. Los estadounidenses han visto la reaparición de ciudades de tiendas de campaña y de comedores de beneficencia, algo que no ocurría desde los años treinta.
Según un nuevo informe basado en datos de la Oficina del Censo de EEUU, a finales de 2009 sólo el 26% de los jóvenes norteamericanos de entre 16 y 19 años tenía trabajo. Esto representa la cota más baja alcanzada desde que comenzaran a registrarse las estadísticas en 1948.
Como resultado, existe un estado de ánimo crítico, especialmente entre los jóvenes en los EEUU. Hay un cuestionamiento del orden existente y sus valores que no había antes. Este estado de ánimo se fortalecerá y generalizará en el próximo periodo. Incluso la elección de Obama refleja este estado de ánimo, en la medida en que expresó un profundo deseo de cambio –un deseo que no ha sido satisfecho por Obama y los Demócratas–. Los índices de aprobación de Obama ya han colapsado.
Vemos el esbozo de la futura transformación de los sindicatos estadounidenses en la elección de Richard Trumka, dirigente de los mineros. Trumka no quiere movilizar a los trabajadores, pero está bajo presión. En el próximo periodo, los sindicatos estarán bajo tremendas presiones para llevar a la práctica sus palabras, no sólo en EEUU, sino en todos los países. En los EEUU el terreno se está preparando para una ruptura con el partido Demócrata y una campaña por un partido laborista de masas.
Ya vemos los primeros signos de rebelión política contra los Demócratas. Hace menos de dos años, Carolina del Norte fue uno de los centros del movimiento de base que impulsó a Barak Obama a la victoria en lo que era un estado conservador. Ahora, frustrados con los resultados, antiguos partidarios de Obama se han unido con sindicalistas para reunir firmas para crear un tercer partido, Carolina del Norte Primero (North Carolina First).
La principal impulsora de esta iniciativa es la SEANC (State Employees Association of North Carolina o Asociación de Empleados del Estado de Carolina del Norte) y su grupo matriz, el SEIU (Service Employees International Union o Sindicato Internacional de Empleados de Servicios), posiblemente el sindicato más poderoso de la nación a nivel político. Están financiando la iniciativa, e inmediatamente después de que éste fuera anunciado, contrataron a más de cien personas para recabar las firmas necesarias para presentarse como tercer partido en las elecciones generales.
«Toda nuestra intención es la de darle la vuelta a la tortilla y decir ‘No vamos a darte más un apoyo ciego porque seas un Demócrata’.» dijo Dana S. Cope, director ejecutivo de los 55.000 miembros de SEANC, la cual está liderando el esfuerzo. «Te vamos a apoyar porque tienes razón en estas cuestiones, pero si no tienes razón te quitaremos del cargo».
Chuck Stone, un viejo líder de SEANC que es presidente de Carolina del Norte Primero, preguntó: «¿Realmente importa si les pones una etiqueta Republicana o Demócrata cuando medran y apoyan a las grandes compañías y aseguradoras?»
Estos comentarios son muy significativos porque muestran los primeros síntomas de cambio en la conciencia, la comprensión de la necesidad de establecer un partido político que no represente «a las grandes empresas y grandes aseguradoras», sino las necesidades de gente corriente de la clase trabajadora. Esto es un reflejo del proceso que los trabajadores británicos experimentaron hace cien años cuando rompieron con los Liberales para formar el Partido Laborista. Pero lo que los trabajadores británicos tardaron generaciones en conseguir, la clase obrera estadounidense lo puede llevar a cabo mucho más rápidamente.
Probablemente, el movimiento por un tercer partido en Carolina del Norte sea simplemente un episodio, pero anticipa lo que ocurrirá en el futuro. Un partido laborista en los EEUU atraerá a su bandera a las capas más oprimidas y revolucionarias de la sociedad: afroamericanos, latinos, nativos, mujeres, jóvenes, etc. El mismo entusiasmo que vimos en la campaña electoral de Obama se reproducirá a un nivel superior y con mayor intensidad. Muy rápidamente, un partido laborista norteamericano pasará de una tímida política reformista propugnada por los dirigentes sindicales conservadores a una política socialista muy radical.
Europa del Este y Rusia
Veinte años después de la caída del estalinismo, la restauración del capitalismo en Europa del Este y en la antigua URSS no ha resuelto nada. Durante un tiempo, la nueva clase capitalista de los antiguos Estados estalinistas pudo establecer algo parecido a estabilidad sobre la base del boom económico del capitalismo mundial.
La crisis asiática de 1998 causó una sacudida, pero con la devaluación del rublo, la economía rusa se recuperó pronto y creció, basándose sobre todo en sus enormes reservas de gas y petróleo. Las economías de Europa del Este se beneficiaron de sus conexiones con la UE. Exportaron su fuerza de trabajo sobrante a Europa Occidental, que se benefició de esa fuente de mano de obra barata. A su vez, las remesas enviadas por los trabajadores inmigrantes proporcionaron una fuente adicional de capital para Europa del Este.
Ahora todo eso se ha convertido en su contrario. Los trabajadores migrantes han vuelto a sus hogares para engrosar las listas de desempleados. Varios países de Europa del Este se enfrentan al fantasma de la crisis y la bancarrota. Al igual que Grecia, Letonia ha sufrido una crisis fiscal en la que vió su deuda clasificada como basura. En el último trimestre de 2009 su PIB se contrajo un 18%, y ha caído un 10% adicional en el primer trimestre de 2010. Los salarios han caído una media del 8,8% y el desempleo ha alcanzado más del 22%. Se trata de una caída en la línea de la Gran Depresión.
Hungría no está muy por detrás de Letonia. En Octubre de 2008 Hungría se vió obligada a solicitar un paquete de rescate de 25.000 millones de dólares (aprox. 20.000 millones de euros) al FMI y a la UE. Ahora se enfrenta a una crisis financiera al estilo griego. La moneda del país, el florín, cayó un 6% frente al dólar después de los comentarios de un representante del nuevo gobierno. El costo de asegurar la deuda del país subió un punto porcentual, esto significa que será más caro para el país tomar prestado dinero en los mercados internacionales.
Esto deja a los mercados y a los economistas temerosos de que los húngaros no paguen sus préstamos hipotecarios, precipitando al país a una crisis bancaria. Esto afectaría a las economías de Alemania y, especialmente, a la de Austria.
La economía rumana fue duramente golpeada por la recesión, y se contrajo un 7,1% en 2009. El desempleo pasó del 4,9% en enero de 2009 al 8,1% en enero de 2010. El gobierno tuvo que ir al FMI en busca de ayuda y consiguió un préstamo de rescate por un valor de 20.000 millones de euros, con la condición de llevar a cabo una política salvaje de recortes. Esto incluye una reducción de los salarios en el sector público de un 25% y un 15% para las pensiones y prestaciones por desempleo, con el objetivo de reducir el déficit presupuestario al 6,8% del PIB. Todos los gastos del gobierno se reducirán un 20% y serán despedidos entre 80.000 y 300.000 trabajadores públicos de un total de 1,4 millones.
Esto ha exaltado a los trabajadores rumanos. El 31 de mayo decenas de miles de trabajadores del sector público fueron a la huelga contra el plan de austeridad del gobierno, que incluye recortes en los salarios y las pensiones. Según una encuesta de opinión hecha por la Oficina de Investigaciones Sociales, la mitad de la población piensa que Rumanía está peor hoy en día que bajo Ceauşescu, con un 56% diciendo que bajo el regimen «comunista» el público en general era tratado con más respeto, y el 60% de los rumanos piensa que los políticos son más corruptos hoy en día que antes de 1989. Una posición similar exise sin duda en otros países de Europa del Este y, sobre todo, en la propia Rusia.
En Rusia, la crisis económica también actuó como una sacudida que está teniendo unos efectos sociales y políticos profundos. El reciente movimiento de los mineros indica que la clase obrera rusa se está empezando a recuperar de los efectos psicológicos del colapso de la URSS y la restauración del capitalismo. Estos acontecimientos demuestran la rapidez con la que los trabajadores de Rusia se puede mover una vez que entren en el camino de la lucha. Sobre la base de la lucha, redescubrirán las viejas tradiciones e ideas del leninismo, que han permanecido latentes durante mucho tiempo, pero que nunca han desaparecido de la conciencia colectiva del proletariado ruso.
Martes, 08 de junio 2010
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