La crisis de la UE, una manifestación más de las contradicciones actuales del capitalismo
Para explicar la actual crisis, desde diferentes analistas de la izquierda se sigue insistiendo en aspectos parciales o secundarios tales como que: es un problema que tiene que ver con la deuda, el papel que juega la ceguera política de Ángela Merkel, la especulación “de los mercados”…, perdiendo de vista la explicación básica que, desde un punto de vista marxista, hace entender los antagonismos reales existentes en el seno de la UE.
Cómo llegó la UE hasta aquí
Los resultados de la Segunda Guerra Mundial, junto con la subsiguiente Revolución Colonial, que afectó profundamente a antiguos imperios coloniales como Gran Bretaña, Francia o Bélgica, manifestaron las limitaciones de los pequeños países capitalistas europeos para poder competir económicamente en la arena internacional frente a la nueva superpotencia que fue los Estados Unidos. De ahí, casi forzadamente, surgieron los primeros acuerdos aduaneros a finales de los 50 y 60 que configuraron la antigua CEE.
A finales de los años 90 se da el salto hacia la actual UE, avanzando hacia una moneda común, el euro. Ahora bien, ya entonces se manifestaban dentro de la UE las contradicciones básicas del capitalismo entre dichos países: en primer lugar, la existencia del Estado-nación. Cada burguesía nacional tiene sus particulares intereses, defendiendo celosamente sus esferas de influencia.
Unidos entre sí por una fuerza centrípeta contra el resto de potencias globales capitalistas (Japón, los EE.UU., ahora también China), cada burguesía nacional lucha contra el resto para mantener sus intereses propios, manifestándose esto como una fuerza centrífuga recurrente que en épocas de recesión económica siempre adquiere mayor fuerza.
Ruptura del equilibrio tradicional en la UE
Todavía, a finales de los 80 del siglo pasado, la cabeza de la antigua CEE era doble, compuesta por Francia y Alemania. Sin embargo, con la absorción de la antigua RDA, Alemania se convirtió en el “gigante” de la UE. Toda la política de entrada de nuevos países miembros, a partir de entonces, centrada en países de la antigua Europa Oriental, no era otra cosa que la plasmación de las históricas tendencias expansionistas germanas.
De una manera natural, el capitalismo alemán se ha convertido en el dominante en la UE, no solo debido a su desarrollo poblacional sino, en mucha mayor medida, por su capacidad competitiva en diferentes sectores industriales: coches de gama alta, industria aeroespacial y de transporte, química avanzada… Las contrarreformas laborares del canciller socialdemócrata Schröeder, que llevaron a la ruptura de la SPD y a la posterior formación de Die Linke, lastraron la base de apoyo socialdemócrata, posibilitando el actual reinado en el poder de la derechista Merkel, que gracias a los contrarreformistas socialdemócratas ha logrado que el obrero industrial alemán, de media, esté peor pagado en euros lineales que el francés.
Recaída de la economía mundial
La producción industrial alemana ya está en recesión desde mediados de la primavera, lo que arrastrará a una caída de la economía del conjunto de la UE durante el resto del año.
Pero no es casualidad que la exportadora Alemania esté decreciendo industrialmente: significa que los llamados países emergentes (empezando por los famosos BRIC: Brasil, Rusia, India, China) le compran menos a Alemania y a otros países exportadores, lo que es una consecuencia de que está disminuyendo su crecimiento. Esto está teniendo consecuencias mundiales. Estados Unidos acaba de corregir a la baja su tasa de crecimiento para el año 2012, hasta cifras que están haciendo que el desempleo vuelva a subir.
La recaída que está experimentando OTRA VEZ el capitalismo a nivel internacional, también es un reflejo de la otra contradicción insoluble del capitalismo, que es la propiedad privada de los medios de producción. Nuevamente, la inversión se paraliza ante la sobrecapacidad existente en múltiples sectores: desde el acero al automóvil, pasando por la construcción en diferentes países.
En este sentido, la reciente rebaja del BCE del tipo de interés hasta el 0’75% no va a tener apenas efectos. Si yo soy un capitalista ¿Para qué voy a invertir AHORA en QUÉ industria con el nivel de sobrecapacidad existente? Yo invierto para tener beneficios. Con 1 millón de parados más en la UE en el último año, ¿quién va a comprar mis productos?
Por eso los economistas burgueses más inteligentes públicamente afirman que no vislumbran salida a corto plazo, ni a medio… Las diferentes burguesías a nivel mundial están respondiendo defendiendo sus intereses con restricciones comerciales de diferente tipo, que van al alza, según el último informe del FMI de junio.
Tendencia al cisma en la UE
El fracaso del euro tiene que ver con el intento imposible de crear un acuerdo de divisas rígido que sea igualmente aplicable a economías tan diferentes como Alemania y Grecia, con tasas de crecimiento, productividad industrial, política fiscal…, totalmente disonantes. Con la recesión tan durísima existente, dichas diferencias estructurales no hacen sino acrecentarse.
En la última década y media, la burguesía alemana llevó a cabo sus más importantes inversiones en el este europeo, estando las economías de aquella zona claramente ligadas a la alemana por estos nuevos lazos. Dichos países, sobre todo, no poseen el fardo del endeudamiento brutal que el euro barato posibilitó en España entre 1997-2007.
Merkel ha retomado el discurso de la “Europa a dos velocidades”. Dijo textualmente “que la UE necesita una unión política y fiscal aunque eso signifique que algunos países se integren más rápido que otros”. Ha comprendido perfectamente que, en el escenario de los próximos años, una misma moneda no puede acoger a economías crecientemente divergentes y, por supuesto, los países ricos no quieren pagar por hacerse cargo de las deudas del resto. Esto es lo que está detrás de que se nieguen a mutualizar (hacerse cargo) de las deudas de todos los estados miembros, es decir a imprimir ahora los famosos “eurobonos”. A final de junio, Merkel manifestó que Europa no tendrá una responsabilidad compartida por su deuda mientras ella esté «viva». Finlandia ha llegado a amenazar con salirse incluso del euro.
El anuncio de un Fondo de Inversión de la UE que apuntale el crecimiento no va a cambiar gran cosa en la tendencia dominante ahora, que es la del dominio de las fuerzas centrífugas en la UE ante la crisis más importante del capitalismo en décadas. Dicho fondo de inversión tiene como “objetivo” realizar inversiones en políticas de crecimiento por valor de 130.000 millones de euros, pero todavía no se sabe cómo y de quién se va a obtener esta cantidad. Además, una gran parte de dichos fondos ya estaban presupuestados en otros programas de la UE.
La única idea presupuestaria nueva que se ha esbozado tiene que ver con la aplicación “urgente” de un impuesto a las transacciones financieras. Pero esto, inevitablemente, provocará con Gran Bretaña (cuya economía depende en gran medida del sector financiero) una ruptura aún mayor de la que tuvo lugar en diciembre pasado, cuando Gran Bretaña vetó los iniciales acuerdos en este sentido. En lenguaje castizo, están poniendo “paños calientes” ante una enfermedad más grave que no pueden controlar una vez que la crisis capitalista se expresa con toda su crudeza.
Hollande, después de que se viese obligado a elevar sus promesas electorales ante la subida del Frente de Izquierdas de Mélenchon, ahora va a volver, como buen “hombre de estado”, a hacer lo necesario para intentar restablecer la competitividad del capitalismo francés.
La suerte de Grecia parece echada: los diferentes paquetes de ayuda sirvieron para dar tiempo a los bancos acreedores a cambiar su exposición a la Deuda Pública helena, lavándola en gran parte gracias a los supuestos “fondos de ayuda” europeos. En el marco de la recaída económica internacional actual, el débil y poco industrializado capitalismo portugués puede que siga al griego en un espacio de tiempo posterior, yendo por un camino que le conduzca fuera de la eurozona. Esto puede desatar un proceso incontrolable.
El caso español
Los créditos que se pidieron en el boom inmobiliario de 1997-2007 por parte de los diferentes agentes económicos españoles, siguen anotados en los libros de caja de los bancos con su valor original, es decir, bastante inflados. Sólo el endeudamiento privado español (de la banca, empresas y familias) representa casi el 300% del PIB, merced a la orgía especulativa que nos impusieron en el pasado constructoras y bancos españoles con la complicidad de los gobiernos de turno.
Ahora, con un desempleo que camina hacia los seis millones de parados, ese endeudamiento gigantesco está muy por encima de lo que la economía española es capaz de devolver en el futuro. Ante una inversión que va a estar en tasas negativas durante bastante tiempo, los “mercados” (bancos, fondos de inversión y otros especuladores) ven cada vez más probable la posibilidad de la insolvencia de la economía española. Esto es lo que hace que la famosa prima de riesgo de la Deuda Pública española esté muy alta, a un interés extremo que, de mantenerse, hace imposible la devolución de los préstamos concedidos, tal como ha ocurrido con Grecia. Es una situación en la que la deuda no deja de crecer, ya que el interés de la deuda es mucho más alto que el de la tasa de crecimiento de la economía.
La tendencia es que la deuda de las familias y empresas está revirtiendo en los bancos y cajas, siendo el Estado el que se encargará de garantizar con dinero público los valores ficticios que hay almacenados en los libros contables de los bancos, para permitir su reembolso a unos pocos miles de potentados, que no dejaron nunca de tener beneficios en los últimos 15 años: los trabajadores pagamos, con nuestros impuestos y la destrucción de nuestro estado del bienestar, para llenar el agujero de esta especulación con la que se forraron una ínfima minoría de ricachones.
Los “hasta 100.000 millones de euros” concedidos por la UE para recapitalizar a la banca son un intento temporal y condicional, junto con acuerdos de circunstancias de los diferentes organismos internacionales en los próximos meses, para tratar de permitir ganar tiempo de manera desesperada a los bancos alemanes, franceses, ingleses y norteamericanos y tratar de iniciar un proceso similar al de Grecia en los tres últimos años, cambiando la propiedad de los títulos de Deuda Pública de los bancos deudores, para pasarlos al fondo europeo que finalmente se escoja. A este Fondo, a su vez, le liquidaría sus deudas el Estado español.
Semejante “plan” no tiene nada que ver con los intereses de la clase trabajadora de este país (la “inmensa mayoría” de la sociedad), no puede ser aceptado ni total ni parcialmente, siendo nuestras organizaciones de clase (sindicatos y partidos) los que tienen que garantizar con una estrategia de lucha adecuada y un programa alternativo el final de este saqueo desvergozado.
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