¿Se acerca la semana laboral de cuatro días?

El pasado jueves 13 de abril se publicó en el BOE la convocatoria oficial «para la concesión de ayudas dirigidas al impulso de la mejora de la productividad en pequeñas y medianas empresas a través de proyectos piloto de reducción de la jornada laboral».

Es un llamado proyecto piloto para reducir un 10% la jornada laboral sin reducción salarial en empresas del sector industrial de hasta 250 trabajadores, en el cual se establecen ayudas por parte de la administración pública para sufragar parte de los costes de cuotas a la seguridad social por un importe de hasta 200.000€ por empresa. En total, para estas ayudas se han destinado un total de 9,6 millones de euros, por lo tanto no serán más de 50 empresas las que se acojan a estas ayudas.

Ya hace un tiempo que desde sectores de la izquierda como Unidas Podemos, Más País o Compromís lo empezaron a lanzar como propuesta y todo apunta a que será una de las puntas de lanza de la candidatura de Sumar, encabezada por Yolanda Díaz.

El hasta ahora alcalde de Valencia, Joan Ribó (Compromís), anunció también a finales de marzo un proyecto piloto que se realizaría en la ciudad consistente en aprovechar 4 lunes festivos consecutivos para estudiar el impacto que supondría tener semanas laborales de 4 días.

Este período de estudio iría desde el lunes 10 de abril hasta el 7 de mayo y se analizarán el impacto en el tiempo libre de los trabajadores, la conciliación, la sensación de bienestar, el descanso, el impacto de la medida sobre los gases de efecto invernadero, la calidad del aire, el silencio, el consumo energético, el tráfico, la red pública de transporte, el turismo de interior, la hostelería y el comercio, entre otras cuestiones. Los resultados del mismo se tendrán a partir del 20 de julio.

Sin duda, una reducción de la semana laboral sin reducción salarial supondría un avance en las condiciones de vida de la clase trabajadora. Como trabajadores, nuestro objetivo siempre será reducir nuestra jornada laboral para disponer de mayor tiempo para el ocio, pasar más tiempo con la familia y los amigos y descansar adecuadamente.

Como bien decía Karl Marx para el trabajador, la vida comienza allí donde termina la jornada laboral. Para el obrero el trabajo “solamente tiene sentido como medio para ganar el dinero que le permite sentarse a la mesa o en el banco de la taberna y meterse en la cama” (K. Marx, Trabajo asalariado y capital) Por lo tanto, no podemos estar más de acuerdo con la implantación de una semana de 32 horas semanales.

Sin embargo, ahora mismo no hay un plan de lucha por parte de las organizaciones obreras que tenga por objetivo la conquista de esta reducción de jornada, ni una decisión firme por parte del gobierno. Lo único que hay en este sentido son subvenciones a un ínfimo número de empresas para que reduzcan la jornada laboral en sus centros de trabajo. Nada de una reducción real de la jornada laboral para el conjunto de la clase obrera.

¿Es posible una semana laboral de 4 días?

A pesar del lastre que supone la propiedad privada de los medios de producción, sin duda, el desarrollo tecnológico permite a día de hoy absorber mayor cantidad de trabajo de la que la absorbía hace décadas. Además de ello, las listas de paro están llenas de trabajadores ociosos deseando trabajar, por lo que a priori no habría motivo técnico alguno por el cual no sea posible reducir la semana laboral, mantener los salarios, realizar nuevas contrataciones y reducir el desempleo. Solo se interpone la avaricia capitalista.

Lo que a priori podría suponer un avance para la clase obrera, como es el desarrollo tecnológico, se torna en su contrario cuando se interpone el lucro privado. Así pues, el aumento de la productividad a través de la tecnología es usado por la burguesía para engrosar las listas del paro y ahorrar costes, y no para reducir las horas de trabajo de la clase obrera. Por poner un ejemplo, empresas como IBM, Dropbox o Domestika ya han anunciado despidos a causa del uso de la Inteligencia Artificial.

Los límites de la jornada laboral, una lucha entre clases

La duración de la jornada laboral es fruto de la lucha. Una lucha entre la clase capitalista, que trata de prolongar todo cuanto sea posible la jornada laboral, y la clase trabajadora que anhela que la jornada laboral se reduzca al mínimo indispensable. Fruto de esa lucha y de la fuerza de cada una de las partes se establecen los límites sociales de la jornada laboral.

La conquista de la jornada laboral de 8 horas no fue fruto de la buena fe de los empresarios de la época ni de las buenas intenciones de un gobierno. La jornada de 8 horas se conquistó a través de la lucha de la clase obrera mediante la movilización y la huelga.

La burguesía nunca está dispuesta a hacer concesiones por las buenas, y menos en un momento como el actual en el que las perspectivas económicas no son nada halagüeñas.

Por poner un ejemplo de la tendencia de la burguesía, en un contexto de inflación en la que nos encontramos, con una tasa de inflación del 7,3%, con una subida de precios aún mayor en productos básicos como la alimentación, la energía o los carburantes; la subida salarial media pactada en los convenios colectivos de trabajo firmados hasta el momento está por debajo del 3% y hace unas semanas los sindicatos pactaron con la patronal una subida salarial del 4% en los convenio colectivos que quedan por actualizar. Lo cual supone certificar nuevamente una pérdida de poder adquisitivo para la clase obrera para que la patronal siga llenando sus bolsillos de beneficios millonarios.

Tampoco hizo ninguna concesión relevante en la negociación de la “reforma” laboral hace año y medio, que mantuvo los aspectos fundamentales de las contrarreformas de 2010 y 2012. Su único objetivo es la maximización de beneficios y no va a renunciar a ello de buena fe. Es más, la burguesía siempre trata de sortear todos los límites establecidos en la ley, y los avances que consigue la clase trabajadora a través de la lucha, siempre busca la forma de contrarrestarlo utilizando todos los medios a su alcance.

Si nos centramos en la jornada laboral, no son pocas las empresas en las que el trabajador no sale del centro de trabajo hasta que no finaliza el objetivo de trabajo que el empresario impone para ese día, en las que se presiona a los trabajadores para realizar horas extraordinarias (incluso por encima de los límites establecidos en la ley, y hasta sin remunerar) o en las que se intensifican los ritmos de producción para producir más en el mismo tiempo.

Tampoco es baladí que con el uso generalizado de las nuevas tecnologías, el trabajador no solo trabaja en su centro de trabajo sino que en muchos casos continúa realizando labores desde casa en horario excedido, o continúa recibiendo comunicaciones a través de llamadas, correos electrónicos y whatsapp de trabajo que, en la mayoría de casos, el trabajador se ve obligado a atender.

Los trabajadores no debemos pagar la reducción de la semana laboral

A pesar de que desde parte de la izquierda institucional se dice que este proyecto piloto será sin reducción salarial, indirectamente sí que lo va a pagar la clase trabajadora, ya que como hemos hecho referencia anteriormente será financiado con fondos públicos.

No podemos aceptar que a los empresarios se les pague desde la Administración por reducir la semana laboral de una parte de sus empleados. La reducción de la semana laboral debe ser implantada sin ningún coste para el trabajador ni para la administración pública. En todo caso debe ser asumido a cargo de los beneficios empresariales.

Además, como ya hemos dicho, los empresarios siempre van a tratar de sortear todos los límites legales y maximizar beneficios; y, por descontado, los trabajadores que vean reducida su semana laboral producirán lo mismo en 40 horas que en 32, por lo cual los beneficios de estas empresas no se verán afectados en ningún caso.

Por una transformación socialista de la sociedad

Estas iniciativas para reducir la semana laboral a 4 días o 32 horas semanales, por el momento no son más que estudios estadísticos que se desarrollarán en un número muy limitado de empresas privadas de las que se beneficiarán unos pocos trabajadores.

Pero los trabajadores no necesitamos estudios para ver la viabilidad desde el punto de vista empresarial. Los trabajadores necesitamos una reducción de la jornada laboral que nos permita tener más tiempo para nosotros mismos, tenga el impacto que tenga en los beneficios empresariales.

Esto solo será posible con un plan de luchas serio, a través de las organizaciones obreras, con asambleas en cada centro de trabajo para implicar a todos los trabajadores, con movilizaciones y jornadas de huelga hasta la consecución de la reducción de la jornada laboral.

Pero, como sabemos que dentro de este sistema capitalista, lo que conquistamos a través de la lucha nos lo trata de arrebatar la burguesía a través de todas las trampas habidas y por haber, por lo tanto necesitamos una transformación socialista de la sociedad que arrebate de las manos de los capitalistas los medios de producción, demos comienzo a una planificación de la economía y se elimine el freno al desarrollo tecnológico para reducir al mínimo indispensable la jornada laboral y que los trabajadores podamos dedicarnos sencillamente a vivir.

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