¿Por qué necesitamos «Revolución Comunista»?
La sección canadiense de la CMI ha anunciado el relanzamiento de su periódico bajo el lema: Revolución Comunista. Esta nueva y audaz publicación surge tras el explosivo crecimiento de la CMI en Canadá en el último periodo, y sienta las bases para el lanzamiento de un nuevo Partido Comunista Revolucionario (PCR) en la Escuela Marxista de Invierno de Montreal de este año en febrero. Publicamos a continuación el anuncio de los camaradas y su explicación de la necesidad de un periódico comunista revolucionario en Canadá de hoy.
[Publicado originalmente en marxist.ca]
Es un placer anunciar el lanzamiento de un nuevo periódico: Revolución Comunista [Communist Revolution]. Para muchos, esto parece sorprendente. ¿Revolución comunista, aquí en Canadá? ¡SÍ! Aunque no lo creas, el comunismo es cada vez más popular en Canadá. Es precisamente con el propósito de organizar a los comunistas del país que lanzamos este nuevo periódico revolucionario.
Contenido
Comunismo en Canadá
La mayoría de la gente tiene una idea completamente equivocada del comunismo. No es difícil entender por qué. Desde sus inicios, el movimiento comunista ha sido atacado con saña por las clases dominantes de todas las naciones. Esto se mencionó célebremente en el preámbulo del Manifiesto Comunista de 1848, en el que Marx escribió: «Un espectro se cierne sobre Europa: el espectro del comunismo. Contra este espectro se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa».
En Canadá, una de las principales naciones imperialistas del mundo, varias generaciones han estado sometidas a la histeria anticomunista macartista, que sigue viva. El ministro de Educación de Ontario, Stephen Lecce, lanzó recientemente una nueva iniciativa para asegurarse de que a los estudiantes de Ontario se les enseña sobre «los peligros del comunismo» y a «abrazar los valores democráticos.» Viniendo de alguien que violó los derechos sindicales constitucionalmente protegidos en el otoño de 2022, Lecce no tiene las credenciales para sermonear a nadie sobre «valores democráticos».
Debido a los ataques de la clase dominante, la gente a menudo piensa que el comunismo significa exactamente lo opuesto. En lugar de una sociedad libre de opresión y explotación, muchos han entendido el comunismo como una sociedad en la que no hay libertad de expresión ni individualidad, y en la que toda la población está sometida a un régimen totalitario.
En el mejor de los casos, el estribillo común que oímos es que el comunismo «suena bien pero no funciona en la práctica». Junto con esto hay toda una industria dedicada a publicar libros que calumnian a Lenin, a los bolcheviques, a la Revolución Rusa y a cualquier intento de la clase obrera de transformar la sociedad. El propósito es claro: convencer a los trabajadores de que acepten el capitalismo.
Este muro ideológico capitalista está empezando a quebrantarse. En todo el mundo occidental, desde Estados Unidos hasta el Reino Unido y Canadá, el número de personas que consideran que el comunismo es el sistema ideal ha experimentado un notable aumento. Este es particularmente el caso entre los jóvenes, de los cuales hay más de 1.000.000 que se consideran comunistas en Canadá.
¿Qué es lo que ocurre? ¿Cuál es la causa de que los jóvenes se infecten con el virus comunista? La explicación está en la propia crisis del sistema capitalista.
El declive del capitalismo canadiense
Si hubiera algún país que pudiera ser presentado como bastión de la estabilidad y el éxito capitalista, ése sería Canadá. Sin embargo, los días de gloria del capitalismo canadiense han quedado en el pasado lejano. En su lugar estamos experimentando un declive constante y senil.
En la última década, el crecimiento medio del PIB de Canadá se ralentizó hasta casi detenerse en una media del 0,8%, la cifra más baja desde la década de 1930. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) predijo recientemente que Canadá será el país de sus 29 miembros con peores resultados en los próximos 40 años.
En el pasado, las altas tasas de crecimiento constituyeron la base para la creación del Estado del bienestar, y una parte significativa de la población pudo alcanzar unas condiciones de vida semi civilizadas. Ahora, todo esto está bajo ataque. Casi la mitad de los canadienses viven de cheque en cheque. Los hogares se ahogan en deudas, debiendo una media del 180% de sus ingresos. La situación va a empeorar mucho, ya que en los próximos 18 meses se renovarán 3.400.000 hipotecas. Por término medio, las cuotas hipotecarias aumentarán entre un 30% y un 40%. En ciudades como Toronto y Vancouver, esto supondrá más de 1.000 dólares más al mes.
Conscientemente o no, todo el mundo sabe que el capitalismo ha fracasado. En 2012, el 37% de las personas encuestadas creía que sus hijos tendrían un nivel de vida inferior al suyo. Ahora, esa cifra ha aumentado hasta el 75%. El hecho de que el capitalismo sea incapaz de sacar adelante a la sociedad ya no es un argumento abstracto, sino algo tangible para millones de personas en su vida cotidiana. Como resultado de esta situación insostenible, hay una acumulación sin precedentes de ira en la sociedad, dirigida principalmente contra la economía, la vivienda y el gobierno federal.
Esto está erosionando toda la base de la estabilidad política que la burguesía consiguió establecer en el pasado. En lugar de «paz, orden y buen gobierno», encontraremos cada vez más guerras, desorden y mal gobierno. Ya estamos viendo los primeros signos de esto. Una encuesta reciente expresaba el colapso del apoyo a las principales instituciones de la sociedad capitalista, mostrando que sólo el 40% de los canadienses confía en los medios de comunicación, el 37% en el Senado, el 36% en la Oficina del Primer Ministro y sólo el 28% en las grandes empresas.
Advirtiendo de esta situación, el think tank derechista Fraser Institute explica: «El lento crecimiento económico desde 2008 ha engendrado movimientos populistas en varios países, que han llevado al voto de Gran Bretaña para abandonar la Unión Europea y a la elección de Donald Trump como presidente en Estados Unidos.» Continúan advirtiendo ominosamente: «La historia demuestra que anteriores períodos de estancamiento o declive económico han desencadenado fuerzas sociales y políticas mucho peores que el proteccionismo.» Cada vez más, los clarividentes representantes de la clase dominante están preocupados. ¡Cómo debe ser! La revolución se acerca y no hay nada que puedan hacer al respecto.
La ineptitud reformista
Una de las razones de la estabilidad del sistema capitalista en Canadá ha sido la fuerza del reformismo. En lugar de estados de ánimo revolucionarios, la idea dominante en el movimiento ha sido que el sistema puede reformarse, y que se pueden suavizar los bordes afilados del capitalismo. Esta creencia llegó a dominar el movimiento obrero y la izquierda debido a que en el pasado se consiguieron reformas como la sanidad universal y buenos empleos con contratos sindicales.
Ahora, toda la base material del reformismo ha sido destruida. Cada vez más, las diversas «soluciones» reformistas se parecen a reorganizar las sillas en la cubierta del Titanic. Esto se debe a que el capitalismo, lejos de estar en un estado saludable, se encuentra en su crisis más profunda desde la Gran Depresión de la década de 1930. El sentimiento reformista es, por lo tanto, como un hombre que conduce un coche a todo gas. A medida que el capitalismo sigue decayendo, no sólo hace imposible una reforma duradera y significativa, sino que nos arrastra hacia atrás en todos los campos.
Por eso, como comunistas, estamos absolutamente convencidos de que el sistema no puede reformarse. Por el contrario, luchamos por una revolución de la clase obrera para llevar a cabo la reconstrucción socialista de la sociedad. A diferencia del pasado, el reformismo no tiene base. Cada vez más, las ideas que dominantes serán las ideas revolucionarias que buscan una ruptura clara con el sistema capitalista.
Los comunistas no somos reformistas, pero esto no debe interpretarse como que nos oponemos a las reformas que benefician a la clase obrera, ¡precisamente lo contrario! De hecho, nuestra principal crítica a los reformistas de Canadá es precisamente que no luchan por ninguna reforma significativa. Esto es cada vez más evidente para millones de personas, y explica por qué partidos como el NDP y Québec solidaire no logran inspirar a pesar de la situación general favorable para el crecimiento de la izquierda.
En Canadá, esto no podría ser más claro que en el caso del NDP. Aunque nominalmente es un partido «socialista» vinculado al movimiento obrero, la dirección del partido ha demostrado ser completamente estéril y servil al gobierno y al sistema capitalista. De hecho, el gobierno liberal existe gracias al dirigente del NDP Jagmeet Singh, que lo apoya sin recibir casi nada a cambio.
Esto no se debe a ningún defecto personal de Jagmeet Singh, sino a su visión reformista que no puede ver más allá del sistema capitalista. Lo hemos visto en los gobiernos provinciales del NDP, desde Columbia Británica hasta Alberta, Ontario y Nueva Escocia. La tendencia a abandonar cualquier reforma significativa y capitular ante los capitalistas es hoy mucho más fuerte que nunca. De hecho, después de casi 15 años de crisis a todos los niveles, incluso los reformistas «socialistas» más audaces, como Bernie Sanders y Jeremy Corbyn, todos al final capitularon ante los liberales y fueron incapaces de dirigir la lucha hacia adelante. Por eso decimos que la traición es inherente al reformismo.
En Canadá, la inmensa ira de la sociedad está siendo capitalizada por la derecha. A falta de un verdadero canal revolucionario de izquierdas para la enorme ira que aflora en la sociedad, los principales benefactores son Pierre Poilievre y el Partido Conservador de Canadá. Los últimos sondeos dan a los conservadores una ventaja de unos 20 puntos. Aunque los liberales dan señales de que están pivotando hacia la austeridad (lo llaman «limitación fiscal»), la elección de un gobierno conservador de Poilievre supondría sin duda un violento giro en esa dirección.
Revolución frente al pesimismo
La profundidad y amplitud de la crisis de la sociedad es evidente para cualquier persona con dos dedos de frente. Incluso los principales estrategas del capital en el Foro Económico Mundial publicaron un informe que detalla lo que ellos llaman una «policrisis». Ya sea la crisis del coste de la vida, la crisis medioambiental, la guerra de Ucrania, la limpieza étnica de Palestina, la crisis de los refugiados o la polarización social y la inestabilidad política que afecta a todos los países, la sociedad capitalista se está desgarrando por las costuras.
Las cosas no hacen más que empeorar. Incluso los capitalistas participantes en la encuesta del FEM lo reconocen, ya que sólo el 9% de los encuestados afirmaron que pensaban que el mundo volvería a un estado de «estabilidad renovada con un renacimiento de la resiliencia global» en los próximos diez años.
Ante esta situación, muchos en la izquierda están deprimidos, pero creemos que este estado de ánimo depresivo y predominante sólo se debe al hecho de que el reformismo ha fracasado y la gente no ve una salida. Los revolucionarios no tenemos motivos para estar deprimidos. Si miramos bajo la superficie, asistimos a la bancarrota del reformismo y de la izquierda dominante, esto no se debe a que los trabajadores están girando hacia la derecha, sino a que están perdiendo la fe en el capitalismo y en sus instituciones.
En respuesta a la crisis, la clase obrera ya está contraatacando y redescubriendo sus tradiciones revolucionarias. En 2023 presenciamos un resurgimiento de la lucha de clases con el mayor número de días de huelga perdidos desde 2005.
Lo que estamos presenciando es un cambio radical en la conciencia que es abrumadoramente progresista, e incluso revolucionario. Por primera vez en décadas, hay un amplio sector de la población que se considera comunista. Por tanto, no es exagerado afirmar que nos encontramos ante la situación más favorable para construir una verdadera izquierda revolucionaria desde, al menos, los años setenta. Pero nadie lo va a hacer por nosotros. Debemos afrontar esta crisis sin precedentes con una alternativa comunista revolucionaria optimista.
Frente a la visión reformista que confía más en el sistema capitalista que los propios capitalistas, creemos que sólo la revolución puede ofrecernos una salida a este callejón sin salida. Y ¡buenas noticias! El declive del capitalismo está creando revoluciones a cada minuto. Millones de personas se han sublevado en todo el mundo en los últimos años, desde Egipto a Sri Lanka, pasando por Chile. Mientras que los países capitalistas avanzados como Canadá fueron capaces de evitar la revolución, hay pocas razones para creer que serán capaces de evitar esta tormenta para siempre. Muchos países capitalistas avanzados ya se han visto sacudidos por movimientos de masas y crisis revolucionarias. Gran Bretaña, Francia e incluso nuestros vecinos del sur en EEUU se han visto sacudidos últimamente por movimientos de masas. No nos equivoquemos, la revolución está llegando a Canadá.
¿Por qué el comunismo?
No basta con declararse revolucionario. No basta con denunciar las instituciones opresoras que dominan nuestras vidas. En otras palabras, no basta con estar en contra de algo; debemos estar a favor de algo. Por eso necesitamos el comunismo.
Ser comunista significa creer que otra forma de sociedad es posible. Significa creer que no tenemos que basarnos en el beneficio privado y la propiedad privada de una pequeña minoría. Significa creer que si toda la inmensa riqueza que producimos colectivamente fuera controlada por la clase obrera en lugar de por la burguesía, las posibilidades serían casi infinitas.
Estas ideas son la única manera de dar esperanza y organizar a los oprimidos contra este sistema. No estamos luchando simplemente para sustituir a un conjunto de dirigentes reaccionarios por otro como ocurrió en Egipto, Sudán, Sri Lanka, etc. Luchamos para que la clase obrera se convierta en dueña de la sociedad. Esto es lo que significa el comunismo.
El comunismo no es una utopía mágica que Marx simplemente soñó. Como explicaron Marx y Engels, la posibilidad del comunismo proviene del propio capitalismo, tanto económica como políticamente.
Económicamente, el capitalismo ha desarrollado las fuerzas productivas hasta cotas inauditas, creando la base material para la liberación de las masas trabajadoras del trabajo penoso. En lugar del llamado mercado libre, tenemos monopolios gigantes y cárteles que poseen, controlan y planifican los principales sectores de la economía. Los comunistas sostienen que estos monopolios deben someterse al control democrático de los trabajadores.
Políticamente, el capitalismo ha creado el proletariado, que es la única clase que se dedica a la producción social. El proletariado moderno, cuando entra en acción, lo hace colectivamente. Por eso Marx dijo en el Manifiesto Comunista que «al desarrollarse la gran industria, la burguesía ve tambalearse bajo sus pies las bases sobre las que produce y se apropia lo producido. Y a la par que avanza, se cava su fosa y cría a sus propios enterradores.».
Una herramienta para construir el partido
El capitalismo no se hundirá por sí solo. Los cientos de miles de comunistas de Canadá deben organizarse. Ya hemos aprovechado este sentimiento en la segunda mitad de 2023 con la campaña «¿Eres comunista?». Miles de comunistas se pusieron en contacto con nosotros para implicarse, ¡el resultado es que ahora somos cerca de 700 comunistas organizados!
Basándonos en esto, además de publicar Revolución Comunista, ¡nos complace anunciar el lanzamiento de un nuevo Partido Comunista Revolucionario! Este será lanzado oficialmente en la Escuela Marxista de Invierno de Montreal el fin de semana del 17 y 18 de febrero. Invitamos a todos a inscribirse hoy para formar parte de lo que será una reunión verdaderamente histórica.
Revolución Comunista [Communist Revolution] no será un simple órgano de opinión de izquierdas, sino una herramienta para construir este partido. Contendrá un mensaje comunista, revolucionario y sin complejos que los camaradas utilizarán de costa a costa, en cada escuela, barrio o lugar de trabajo para reunir a las fuerzas del comunismo. Revolución Comunista será una bandera en alto. Llevaremos a cabo una campaña en favor de este nuevo partido comunista revolucionario y utilizaremos Revolución Comunista para ello.
Además de material teórico de alto nivel y artículos sobre historia revolucionaria, Revolución Comunista pretende reflejar la creciente rabia en el seno de la sociedad. Por eso nuestro periódico, a diferencia de otras publicaciones, no será simplemente un periódico para los trabajadores, sino por los trabajadores. Tanto si se trata de la última cosa horrible que ha hecho tu jefe o la ruin administración universitaria, Revolución Comunista querrá saber de ti y publicar tu historia. También queremos que este periódico publique informes de la primera línea de los piquetes y manifestaciones para dar voz a los trabajadores que se enfrentan a los hostiles medios de comunicación burgueses, y que contenga anécdotas de comunistas organizándose por todo el país. Estar en un partido significa poder compartir las lecciones de los éxitos de los demás. Por lo tanto, invitamos a todos nuestros miembros, lectores y simpatizantes a que envíen todos y cada uno de sus informes e intervenciones, en formato escrito, de audio o de vídeo, a [email protected].
Revolución Comunista será al mismo tiempo una herramienta para proporcionar análisis, consejos e inspiración para llevar a cabo la lucha, y una herramienta para ayudarte a encontrar compañeros comunistas en tu zona y ¡construir el partido!
¡Por eso necesitamos Revolución Comunista!
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