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Lo llaman democracia… ¿Para quién?

En este artículo intentaremos brevemente recomponer un puzzle formado por tres piezas fundamentales: los grandes capitales, la gente y las llamadas democracias. ¿De donde provienen tantas alzas y bajas de la Bolsa? ¿A quién sirve el terremoto financiero que cada día ataca mercados y países enteros?

El capitalismo en las últimas décadas está mucho más basado en la especulación entre inversión-producción-venta-ganancia que en la mera producción de mercancías para buscar un beneficio, lo que lleva a la formación de todo tipo de burbujas. Si el PIB mundial es de unos 74 billones de dólares en 2010, el mercado financiero entre bonos, bolsas y mercado de los derivados llega a contar con unos 611 billones de dólares, 8 veces mayor.

Este capital especulativo, ficticio, que está vinculado por mil hilos directos e indirectos a los balances de empresas y, sobre todo, el capital financiero (bancos) es el que amenaza ahora con derrumbarse ante la persistencia del estancamiento económico, lo que afectaría irremediablemente a la existencia de los propios bancos y al conjunto del sistema económico. Por ello, los gobiernos procapitalistas han intentado hasta ahora apuntalar este valor ficticio sacando el dinero de los ajustes sociales, empeño infructuoso cuando la economía real vuelve a caer, proceso que es agravado precisamente por la intensidad de los ajustes sociales.

En este contexto, ahora, los especuladores han encontrado un mercado mucho más grande y sabroso donde poder especular, el de la deuda de los Estados.

En 1933, para hacer frente a la crisis del año 29, Roosevelt promulgó una ley, el Glass Steagall Act que, entre otras cosas, separaba el poder especulativo del poder bancario,  así que los bancos que manejaban dinero público no podían invertir en la Bolsa. En 1999, el gobierno Clinton retira esta ley y da la posibilidad para “todos” de participar en cualquier operación financiera.

Quiénes se benefician de la actual especulación

Las tres hermanas, las Agencias de Calificación de inversiones más importantes, Standard and Poor’s, Moody’s y Fitch, son entidades financieras promocionadas por una decena de fondos de inversión. En el caso de Moody’s, su propietario es el grupo editorial Mc Graw Hill, uno de los mas grandes del mundo y que “produce cultura” para todo el Occidente, cuyos libros llenan también los institutos españoles. Esta editorial, a su vez, está tomada en gran parte por fondos de inversión.

Por tanto, casualmente, las tres tienen los mismos financiadores y son las que provocan las mayores turbulencias financieras, especulando contra la deuda de los Estados que, inevitablemente, no puede parar la tendencia a la volatilización del anterior valor ficticio mencionado en un contexto de estancamiento económico.

Aunque no posean directamente los bonos, los piden “prestados” y especulan con ellos. El mecanismo más común es el siguiente: un fondo “obtiene prestado” un porcentaje determinado de los bonos de un país como Grecia, España, Italia… Los vende en la Bolsa, generando miedo en los bancos que, a su vez, venden sus propios bonos y de esta forma el valor cae hasta sus mínimos.

Cuando ha caído lo suficiente, la Agencia compra los mismos bonos que vendió, a un precio mas bajo y todas las ganancias van para su bolsillo mientras que a los Estados les quedan entre las manos unos bonos que valen menos y cuyas tasas de interés son muchos más altas.

Democracia… del capital financiero

Es en este momento que entra en juego la Democracia, a la que con sus gobiernos “democráticos” no le queda otra que recortar las condiciones de vida del pueblo privatizando todo, desde el servicio sanitario hasta la educación etc… para hacer frente a los intereses elevados de unos productos financieros que generan riqueza para tres agencias y una mínima cantidad de bancos en todo el mundo.

Por otro lado, cinco (5!) bancos poseen el 95% de los Credit Default Swap, CDS, de todas las bolsas. El CDS es un seguro sobre la quiebra de un bono o un Estado. Es como un seguro sobre la casa de mi vecino. Yo pago, por ejemplo, quinientos euros al año y tengo todo el interés si esa casa arde en fuego para yo cobrar el equivalente del valor de la casa.

El caso de Grecia es emblemático en este sentido. Es como un niño perdido en un barrio de periferia donde todo lo malo que le pueda ocurrir es representado por la UE, el FMI, la BCE, el Deutsche Bank, las tres hermanas, y unos pocos más.

Los gobiernos europeos están a la orden de estas entidades, simplemente porque están ahorcados en su propia deuda y las únicas soluciones que dan son recortes y más recortes.

Es increíble como después del anuncio del referéndum griego todos los gobiernos y medios de comunicación no tardaron ni cinco minutos en declarar al Ejecutivo griego como irresponsable, incendiario y mucho más. En realidad, el capitalismo necesita hoy más que antes justificar sus maniobras para poder seguir especulando a costa de nuestras condiciones de vida. Hoy, en toda la UE, los mercados utilizan  a los Gobiernos, los Gobiernos utilizan sus medios para entorpecer nuestras conciencias para que podamos aguantar el peso de más ajustes para justificar la subida hacia arriba de la riqueza… desde el pobre hacia el rico.

Estamos hablando de especulación pura y dura, de dinero artificial que es creado y destruido según los designios de unos señores que compran diariamente Gobiernos y países enteros. Nosotros, la inmensa mayoría, nos dedicamos a otra cosa: trabajamos o intentamos hacerlo. Nos dan ladrillos y cemento y sabemos hacer de ello una casa. A partir de harina, agua y sal creamos alimentos para millones… Nosotros, los trabajadores, creamos toda la riqueza existente, todo el valor real, todo lo vibrante y tangible que anima la vida…

Y, sin embargo, los Gobiernos capitalistas se rinden, de rodillas, ante ese Capital inanimado y desalmado que convierte nuestra vida en un sin vivir…

En España estamos a punto de celebrar unas elecciones en el nombre del cambio ¿Pero qué cambio tendremos? La posibilidad de poner nuestra preferencia en una papeleta cada cuatro años ya no nos basta. Queremos votar cada día, queremos poder intervenir en estos procesos con las inteligencias que encontramos en la calle, en el puesto de trabajo, en las universidades, cada día. ¿Por qué estudiamos con libros producidos por la misma editora que provoca caos en todo el mundo? ¿Y por qué escuchamos noticias en los telediarios que se parecen cada día más a una tele venta?

Este sistema “democrático” es la democracia de pocos a espalda de los demás. Realmente, representa los valores de la especulación, de la ganancia, de vencer a toda costa al más débil. Tenemos una libertad con fecha de caducidad, la libertad de ser despedidos si pedimos mejores condiciones, la libertad de ser pegados si somos muchos en la calle, la libertad de censura en Internet si lo utilizamos para saber más.

El mundo financiero utiliza este sistema político para gobernarnos, nosotros deberíamos cambiar este sistema político para gobernar la economía.

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