La Revolución Árabe – Manifiesto de la Corriente Marxista Internacional. Tercera Parte: La revolución no ha terminado
El derrocamiento de Mubarak, Ben Alí y Gannouchi marca el final de las primeras etapas, pero la Revolución no ha logrado aún completamente el derrocamiento del viejo, mientras que este último aún no ha logrado restablecer el control.
En Rusia en 1917 la Revolución duró nueve meses, de febrero a octubre, cuando los trabajadores finalmente tomaron el poder bajo la dirección del Partido bolchevique. Sin embargo, la Revolución Rusa no fue una línea recta y pasó por todo tipo de vicisitudes y contradicciones. Hubo un período de reacción abierta en julio y agosto. Lenin tuvo que huir a Finlandia y el Partido Bolchevique fue ilegalizado en los hechos. Pero esto sólo preparó el camino para un nuevo avance de la revolución, que culminó en la insurrección de octubre.
En España vimos un proceso similar, a partir de la caída de la monarquía en 1931, seguido de un aumento importante de la lucha de clases. Pero la derrota de la Comuna de Asturias en octubre de 1934 llevó a un período de reacción, el Bienio Negro en 1935-6. Pero esto resultó ser sólo el preludio de un nuevo auge de la revolución, a partir de la victoria del Frente Popular en las elecciones de 1936, que dio lugar a la Guerra Civil y terminó en la derrota y el fascismo.
Después de la caída de Mubarak, la revolución egipcia es como un gran carnaval. Sin embargo, las masas están luchando por cosas que ningún gobierno burgués puede dar. Al igual que los trabajadores rusos en febrero de 1917, los trabajadores de Egipto han tenido éxito en derrocar a un tirano, pero no han conseguido sus principales objetivos. La verdadera lucha está todavía por delante. ¿Qué ha resuelto el derrocamiento de Mubarak? ¿Qué se logró con la huida de Ben Ali huir a Arabia Saudita? Nada fundamental ha sido resuelto. Los trabajadores están luchando por pan, empleo y vivienda, no por una especie de farsa de democracia burguesa formal en la que todo cambia para que todo siga igual.
A través de su dolorosa experiencia las masas están aprendiendo algunas lecciones serias. Tarde o temprano llegarán a la conclusión de que la clase obrera debe tomar el poder. Habrá un largo proceso de aprendizaje, un proceso de diferenciación interna. Esto ya ha comenzado. En los comités revolucionarios los elementos más moderados, que dirigieron el movimiento en sus primeras etapas, y que tienen ilusiones en el ejército, están siendo desafiados por nuevas capas de trabajadores y jóvenes que se oponen a un acuerdo. Temen que lo que han conquistado con su sangre les pueda ser arrebatado mediante subterfugios. Esta sospecha está fundada.
Con la caída de Mubarak, la revolución egipcia consiguió su primera gran victoria. Pero ninguno de los problemas fundamentales de la sociedad egipcia se ha resuelto. Los precios continúan aumentando, las personas sin hogar duermen en cementerios, y alrededor del 10 por ciento de la población activa está desempleada, según las estadísticas oficiales, aunque la cifra real es mucho mayor.
Hay una ira ardiente contra la desigualdad y la corrupción omnipresente que es la principal característica del viejo régimen. Miles de millones de dólares de dinero público han desaparecido. Los importes saqueados por la familia Mubarak se estiman entre $ 40.000 millones y US $ 80 mil millones. Esto ha provocado ira y disgusto, en un país donde el 40 por ciento de la población vive por debajo del umbral de la pobreza.
Es imposible decir con certeza lo que va a seguir. Sin embargo, podemos decir que la revolución será prolongada en el tiempo y experimentará todo tipo de altibajos. En la actualidad, las masas están intoxicadas con la idea de la democracia. La sensación de euforia afecta incluso a los elementos más avanzados y revolucionarios. Este período de ilusiones democráticas y constitucionales es una fase inevitable, pero no va a durar. La revolución conmueve a la sociedad hasta sus cimientos. Despierta a la vida política a capas nuevas, anteriormente inertes y «retrasadas», que están exigiendo sus derechos. Esto es lo que quieren decir estas personas cuando gritan: «Nasr Thawra hatta’l» (¡Revolución hasta la victoria!).
Todos los intentos de restaurar el equilibrio político llegará a nada porque la crisis del capitalismo no permite ninguna solución de las necesidades más básicas de la población. Habrá una serie de regímenes burgueses inestables. Un gobierno inestable después de otro caerá. Esto presenta un peligro. Cuando la lucha de clases alcanza el punto de estancamiento, el Estado tiende a elevarse por encima de la sociedad y adquirir una independencia relativa. El resultado es un régimen militar inestable, o, para darle su nombre correcto, un régimen bonapartista. El hecho mismo de la existencia de ese régimen indica que la Revolución, que comenzó el 25 de enero, no ha terminado. Experimentará muchos giros nuevos antes de que el desenlace final pueda ser escrito.
A pesar de todas las apelaciones a la «unidad nacional», la sociedad egipcia está cada vez más fuertemente polarizada. La revolución aún tiene considerables reservas de apoyo en la población. Los estudiantes se agitan en los campus. Los trabajadores están organizando huelgas y ocupaciones de fábricas, expulsando a los administradores odiados y a los corruptos dirigentes sindicales. La huelga de los trabajadores petroleros egipcios consiguió todas sus demandas, incluyendo la renuncia del Ministro del Petróleo, en tan sólo tres días. Esto demuestra dónde se encuentra el verdadero poder.
El régimen militar de Egipto no puede mantenerse por mucho tiempo. Todos los intentos de restaurar el «orden» (es decir, el Estado de los ricos y poderosos) han fracasado. El ejército ha tratado de detener las huelgas, pero las huelgas continúan. Lejos de disminuir, el movimiento de los trabajadores está aumentando. ¿Qué pueden hacer los generales? Si no fueron capaces de utilizar sus tanques para aplastar la insurrección, menos aún pueden usarlos para aplastar la huelga en lo que se supone que es un régimen democrático.
Los generales tendrán que pasar el poder a un gobierno civil (es decir, burgués). Esta será la contrarrevolución bajo el disfraz de una sociedad democrática. Pero no será fácil para contrarrevolución restaurar la estabilidad. Para los trabajadores, la democracia no es una palabra vacía. Si no conduce a una mejora del nivel de vida, empleos y viviendas, ¿qué sentido tenía iniciar la lucha?
Si todo esto hubiera ocurrido hace diez años, podrían haber sido capaces de consolidar alguna forma de regímenes democráticos burgueses. El auge del capitalismo mundial les hubiera dado cierto margen de maniobra. Pero ahora hay una profunda crisis a escala mundial. Esto es a la vez el motivo de la efervescencia revolucionaria y la razón por la cual no pueden ponerle fin. El sistema capitalista no puede ofrecer nada a las masas. Ni siquiera puede ofrecer puestos de trabajo y un nivel decente de vida en los EE.UU. y Europa. ¿Cómo esperan hacerlo en Egipto?
Las acciones de los trabajadores en huelga, ocupando las fábricas y expulsando a los administradores tienen una importancia tremenda. Quiere decir que la Revolución está entrando en las fábricas y lugares de trabajo. Significa que los trabajadores de Egipto están pasando de la lucha por la democracia en la sociedad a la lucha por la democracia económica en el lugar de trabajo. Esto significa que la clase obrera egipcia está empezando a participar en la Revolución bajo su propia bandera, en la lucha por sus reivindicaciones propias de clase. Este es un factor decisivo para el futuro de la Revolución.
Los trabajadores están protestando contra la corrupción y los bajos salarios. Se rebelan contra gestores nombrados por el Estado y por la creación de comités revolucionarios para manejar las fábricas y otros lugares de trabajo. Esa es la línea correcta a tomar.
Los comentaristas burgueses han hecho hincapié en que muchas de estas huelgas son de carácter económico. ¡Por supuesto! La clase obrera está presionando por sus demandas inmediatas. Es decir, que no ven la revolución como un medio de luchar sólo por la democracia formal, sino por mejores salarios, mejores condiciones de trabajo – por una vida mejor. Están luchando por sus reivindicaciones propias de clase. Y esta lucha no puede cesar porque Hosni Mubarak, haya dejado de estar sentado en el Palacio Presidencial.
¡Por una democracia obrera!
En Suez, el Estado se derrumbó por completo durante cuatro o cinco días. Al igual que en Túnez antes, se establecieron comités revolucionarios armados y puestos de control para defender al pueblo. Estos hechos demuestran fuera de toda duda que los soviets (es decir, consejos obreros) no son una invención arbitraria de los marxistas sino que surgen espontáneamente en cualquier revolución genuina.
Esto plantea la cuestión central, la del Estado. El viejo poder estatal ha sido puesto de rodillas por la Revolución. Debe ser reemplazado con un nuevo poder. Hay un poder en la sociedad que es más fuerte que cualquier otro Estado. Ese poder es el pueblo revolucionario. Pero debe ser organizado. En Egipto y Túnez hay elementos de doble poder en los comités revolucionarios. Ciudades enteras y regiones se hicieron cargo de estos comités.
En Túnez, la organización revolucionaria del pueblo fue aún más lejos que en Egipto. Estos órganos, que en muchos casos se organizaron en torno a las estructuras locales de los sindicatos, la UGTT, se hizo cargo de la gestión de todos los aspectos de la sociedad en los pueblos y ciudades, e incluso en regiones enteras, después de expulsar al viejo régimen, el partido oficial RCD y las autoridades. Toda la charla sobre «caos» y «falta de seguridad» por parte de la clase dominante, versa sobre el hecho de que las masas trabajadoras se organizaron para garantizar el orden y la seguridad, pero se trataba de un tipo de orden diferente, un orden revolucionario.
En Egipto, tras el colapso de la policía el 28 de enero, la gente intervino para proteger sus barrios. Se establecieron puestos de control, armados con cuchillos, espadas, machetes y palos para inspeccionar los coches que estaban entrando y saliendo. En algunas áreas, los comités populares se hicieron cargo prácticamente de la gestión de la ciudad, incluso la organización del tráfico. Aquí tenemos el embrión de una milicia popular – de un poder estatal alternativo.
Y así como el pueblo crea comités para proteger sus áreas de elementos criminales y cuando la policía tomó las calles con el fin de causar el caos y el desorden, ahora con el fin de organizar la revolución de la manera más efectiva, hay que tener la misma idea y generalizarla. Con el fin de defender y extender la revolución, ¡debemos formar comités de defensa en todas partes!
Es conveniente establecer Comités elegidos para la Defensa de la Revolución, que ya existen en algunas zonas, en cada fábrica, calle y pueblo. Los comités revolucionarios deben vincularse a nivel local, regional y nacional. Este sería el punto de partida para un futuro gobierno democrático de los trabajadores y campesinos – una alternativa real al régimen dictatorial podrido.
La CMI plantea:
- Una purga total y democratización del ejército Establecimiento de Comités revolucionarios de soldados y de oficiales de rango inferior
- Fuera los generales corruptos y reaccionarios
- Disolución inmediata de todos los cuerpos represivos
- Todos los culpables de actos de terror contra el pueblo deben ser llevados a juicio y castigados
- El armamento general del pueblo
- El establecimiento de una milicia popular
- ¡Por un gobierno de los trabajadores y campesinos!
La revolución no conoce fronteras
El carácter internacional de la revolución ha sido claro desde los comienzos. Otros países árabes se enfrentan a muchos problemas similares a los de Túnez y Egipto: el aumento de OS precios de los alimentos, deterioro agudo de las condiciones económicas, el desempleo y la corrupción oficial rampante. Muchos millones de personas luchan por existir. Y en la sociedad, como en la naturaleza, condiciones similares producen resultados similares. ¿Lo que ha pasado en Túnez y Egipto puede ocurrir en muchos otros países, y no sólo en el mundo árabe.
Los imperialistas han estado tratando de consolarse con la idea de que no hay un efecto dominó. Sin embargo, las fichas de dominó ya están empezando a caer: Libia, Marruecos, Sudán, Irak, Yibuti, Yemen, Bahrein y Omán – todos están entrando en la vorágine revolucionaria. Al igual que en Túnez y Egipto, el pueblo de Argelia, Jordania y Yemen viven en la pobreza bajo élites gobernantes dictatoriales que viven en el lujo con el saqueo de la nación.
En el caso de Irak, la Revolución está vinculada a la lucha contra el imperialismo y la dominación extranjera, y el derecho a la autodeterminación del pueblo kurdo. Al mismo tiempo, una de las características del movimiento de protesta en Irak es que ha cortado la división sectaria entre chiítas y sunitas, entre árabes, kurdos y turcomanos, que ha sido la base para la dominación de los políticos reaccionarios.
Entre las principales cuestiones planteadas por los manifestantes están el aumento de los costos de vida, en parte causada por la retirada del gobierno de los subsidios a la gasolina y al azúcar, un tema explosivo en todo el mundo árabe. Los dirigentes de Jordania, Argelia y Libia, todos redujeron los impuestos a la importación de alimentos o bajaron los precios de los alimentos básicos en un intento por evitar disturbios. En Argelia, el régimen ha hecho concesiones en un intento de impedir una explosión que sería aún más grande que la insurrección en las zonas bereberes del año 2001.
Incluso los ricos monarcas petroleros de Golfo Pérsico están preocupados. Kuwait ha distribuido 5.000 dólares a todos sus ciudadanos para mantener a la población calma. Pero esas medidas pueden, en el mejor de los casos, tener éxito sólo en el aplazamiento de la insurrección revolucionaria inevitable.
Los medios de comunicación occidentales retrataron descaradamente el movimiento en Bahrein como una lucha religiosa sectaria entre la mayoría chií y los suníes. Eso es una mentira. Los ciudadanos de Bahrein están luchando contra la corrupción, por unas elecciones libres, contra la discriminación y los derechos de los inmigrantes y las mujeres, para la distribución equitativa de la riqueza y contra el desempleo. Por todas partes vemos el mismo valor de las masas frente al fuego. En Bahrein el ejército se vio obligado a retirarse de la Plaza de la Perla. Una vez más, el papel de la clase obrera es fundamental, ya que fue la amenaza de una huelga general por parte de los sindicatos de Bahrein lo que obligó al régimen a hacer algunas concesiones
En todos los Estados del Golfo existe una explotación brutal de la mano de obra, en gran parte mano de obra inmigrante. Hay 1,1 millones de pakistaníes solo que trabajan en Arabia Saudita. Una situación similar existe en todo el Golfo. Se han producido huelgas y levantamientos que en el pasado no se informaron, como la huelga de 8.000 trabajadores de la construcción en Dubai.
El régimen saudí mismo, ese bastión de la reacción en el Oriente Medio, se asemeja a una olla a presión sin válvula de seguridad. En este régimen, la explosión que viene, se producirá sin previo aviso y con extrema violencia. La familia real saudí es corrupta, degenerada y corrompida hasta la médula. Está dividida por la sucesión y hay un resentimiento y descontento creciente en la población. Cuando llegue el momento, todo el petróleo en el reino no los salvará. Es significativo que ahora incluso el clero wahabí se está volviendo contra ellos.
La revolución árabe ha revivido el movimiento revolucionario en Irán, donde los oficiales de la Guardia Revolucionaria han dicho que no están dispuestos a disparar contra el pueblo y advirtieron a las milicias paramilitares Basijs a que dejen sus porras en casa. Las fisuras en el aparato estatal revelan la profunda crisis del régimen que se divide de arriba hacia abajo.
Debido a que cada caso es algo diferente, es difícil decir qué tipo de regímenes surgirán en cada caso. Qué tipo de tendencias políticas y regímenes surgirá depende de muchos factores y varía de un país a otro. Los procesos en Túnez y Egipto fueron casi idénticos. Sin embargo, en Libia, la situación es diferente. El régimen tenía más de una base, particularmente alrededor de Trípoli. El levantamiento se limitaba en gran medida a la parte oriental y la Revolución se ha transformado en una guerra civil, cuyo resultado es aún incierto.
A Gadafi no le importa si el país se hunde con él. Después de haber perdido el control de la totalidad de la zona que incluye la segunda ciudad más grande, Benghazi, decidió luchar hasta el final, sumiendo a Libia en un conflicto sangriento. Ha habido grandes deserciones en el ejército libio, incluso en el nivel superior. Pero no tuvo el mismo efecto que en Egipto debido a la diferente naturaleza del ejército y del régimen.
Una cosa está clara: todo ha sido arrojado al crisol. Ninguno de estos regímenes sobrevivirá al final. Existen diferentes posibilidades, dependiendo del equilibrio de fuerzas de clase y de toda una serie de factores internos y externos que son imposibles de prever. Pero una cosa está clara: no importa qué regímenes se instalen, no serán capaces de satisfacer incluso las demandas más mínima de las masas.
La impotencia del imperialismo
Los imperialistas están preocupados hacia dónde va a ir todo esto, y lo lejos que se extienda. Ellos no esperaban que estos acontecimientos y no saben cómo reaccionar. Obama no se atrevía a pedir a Mubarak en público que renunciara debido a los efectos en los otros Estados. Se vio obligado a hablar en un código cuidadosamente calculado. Las mismas palabras «democracia» y «derechos humanos» en la boca de Obama y sus homólogos europeos hieden hipocresía.
El cinismo de los gobiernos occidentales se ha revelado con toda su crudeza. Después de décadas de apoyar a la dictadura feroz en Túnez, de repente todos están a favor de la democracia y de los derechos humanos. Sin embargo, Sarkozy había elogiado a Ben Ali como un amigo de la democracia y de los derechos humanos, incluso cuando estaba torturando a sus opositores en las cárceles. Y Washington encubrió los actos bárbaros de todos los otros dictadores pro-occidentales. Ahora están recibiendo su recompensa justa.
La política afecta a la economía y viceversa. El precio del petróleo se ha disparado por los temores de que los disturbios se extiendan a otros Estados árabes, incluyendo al gigante petrolero Arabia Saudí, o que interfieran en el suministro de petróleo desde el Mar Rojo hasta el Mediterráneo a través del Canal de Suez. El crudo Brent superó los 120 dólares el barril y todavía se cierne sobre la marca de los $ 110. Esto amenaza con socavar la recuperación débil y frágil de la economía mundial.
Por razones económicas, políticas y militares los imperialistas necesitan estabilidad en el Oriente Medio. Pero ¿cómo van a conseguirlo? ¡Esa es la pregunta! Desde el principio los EE.UU. han estado luchando para encontrar una respuesta coherente a los acontecimientos que están cambiando día a día, incluso por horas. En realidad, la potencia más fuerte del mundo se ha reducido al papel de un espectador impotente. Un artículo en The Independent por su corresponsal en Washington, Rupert Cornwell, llevó el título interesante: Las palabras fuertes de Washington subraya la impotencia EE.UU.. Lo que expresa la verdadera situación.
Alguna gente «inteligente», sin embargo, cree que la revolución árabe es parte de una conspiración imperialista. Nada podría estar más lejos de la verdad. La burguesía fue tomada completamente por sorpresa en todo esto. Estas revoluciones están desestabilizando totalmente una de sus regiones más importantes. Esto está lejos de ser bienvenido por ellos. Y tiene repercusiones mucho más allá del mundo árabe.
El Oriente Medio es un área clave para los imperialistas. Los estadounidenses han pasado cuatro décadas estableciendo su posición allí. Egipto era una pieza clave en sus cálculos. Ahora todo esto ha sido barrido ante sus ojos en unas pocas semanas. El Estado más rico y poderoso de la tierra se paralizó por completo. Obama no puede intervenir, e incluso le resultaba difícil decir nada al respecto por temor a ofender a sus aliados saudíes.
El ocho por ciento del comercio mundial pasa por el Canal de Suez, y los estadounidenses estaban aterrorizados de que se cerrara, pero no podía hacer nada al respecto. Todo lo que Obama podría decir es que era un asunto del pueblo egipcio. Los estadounidenses no dijeron eso cuando llegaron a Irak o Afganistán, cuando el imperialismo de EE.UU. no lo pensó dos veces para invadirlos.
Algunos buques de guerra de EE.UU. fueron, de hecho, enviados a Suez, pero no hicieron nada. Esta fue la intención de revelar el puño de hierro que está oculto en el guante de terciopelo de la «democracia” de Obama. Pero en realidad se trataba de un gesto vacío. Los EE.UU. se quemaron los dedos en Irak. Una nueva aventura militar en Egipto habría provocado una tormenta en los EE.UU. y a escala mundial. No habría permanecido en pie una sola embajada de EE.UU. en el Oriente Medio y todos los otros regímenes árabes pro-Estados Unidos se habrían enfrentado a su derrocamiento.
Los EE.UU. tienen un interés especial en Bahrein debido a su importante posición estratégica al lado de Arabia Saudita e Irán. Es la base de la Quinta Flota, la base naval de EE.UU. más importante en toda la región. Sin embargo, fueron incapaces de intervenir contra el movimiento revolucionario en Bahrein. Si todo esto era parte de un plan imperialista, ¡nadie le dijo nada a Obama al respecto!
En el caso de Libia, no dudaron en denunciar a Gadafi y pedir su destitución – lo que significativamente rehusaron hacer en el caso de Mubarak. Este es otro ejemplo de su hipocresía, cinismo y doble rasero. Aunque inicialmente se dio a entender que la acción militar no se descartaba, dudaron en actuar. Hillary Clinton dijo que una zona de prohibición de vuelos tendría que ser aprobada por la ONU. Se trata de un completo contraste con la conducta de los EE.UU. en Irak, cuando pasaron completamente por encima de la ONU.
Al final, bajo la presión de los franceses y los británicos, los EE.UU. acordaron una zona de exclusión aérea. Ahora tenemos una agresión imperialista abierta en Libia. Esto no tiene nada que ver con la defensa del pueblo de Libia y menos aún con la defensa de la revolución. La verdad es lo contrario. Su objetivo es poner un pie en la región con el fin de estrangular las revoluciones que han comenzado.
Nos oponemos a este acoso imperialista. La tarea de derrocar a Gadafi le pertenece al pueblo libio. La verdad es que el impulso inicial revolucionario que comenzó en el Este ha sido dejado de lado y tomado por elementos contrarrevolucionarios en el Consejo Provisional que ya han entregado el destino del pueblo libio al imperialismo occidental.
La CMI plantea:
- ¡No a la intervención extranjera!
- ¡Poner fin a la ocupación de Irak y Afganistán!
- ¡Detener el bombardeo de Libia!
- ¡Abajo el imperialismo!
- ¡Fuera las manos de la revolución árabe!
Israel y los palestinos
En ninguna parte de la Revolución Árabe causado mayor pánico que en Israel. La mayor fuerza militar de la región estaba paralizada frente a los acontecimientos en Egipto. La camarilla dominante israelí incluso tuvo que tener cuidado con lo que decía acerca de la situación en Egipto. Benjamín Netanyahu ordenó a sus ministros no hablar de ello en público. Israel pidió a los Estados Unidos y varios países europeos que frenaran sus críticas al presidente Hosni Mubarak. Jerusalén, trató desesperadamente de convencer a sus aliados que iba en el interés de Occidente respaldar a Mubarak, con el fin de mantener la estabilidad del régimen egipcio. Esto iba en contra de los esfuerzos de los Estados Unidos y la Unión Europea para sacarlo para que pudieran garantizar una «transición ordenada» y evitar un derrocamiento revolucionario.
Marx señaló que ningún pueblo jamás puede ser libre si esclaviza a otro pueblo. Israel gobierna sobre una población grande y descontenta de palestinos que están aprendiendo en sus televisores cómo derrocar a la tiranía. En Cisjordania los palestinos permanecen subyugados con la ayuda de la policía de la Autoridad Palestina. Pero es discutible si las unidades de la policía palestina, o las fuerzas de seguridad israelíes, serían capaces de aplastar un movimiento democrático de masas, después de que el poderoso ejército de Egipto se negara a disparar contra el pueblo.
La paz por separado firmado por Israel y Egipto en 1979 fue una traición a la causa palestina y es profundamente impopular en la mayoría del mundo árabe. El respaldo de Egipto ha sido un elemento importante para ayudar a la continuidad de la ocupación israelí sobre los territorios palestinos conquistados en 1967.
El acuerdo de Oslo entre Israel y los palestinos en 1993 fue una nueva traición. Los llamados territorios palestinos no son más que una versión de los batustanes sudafricanos. Fue una burla cruel de una patria, y ninguna de las demandas básicas de los palestinos fueron concedidas. Israel dirige la batuta. Desde entonces las cosas han ido de mal en peor.
Ahora la caída del más poderoso aliado regional de Israel ha alterado radicalmente la ecuación entera. Ha sacudido al gobierno israelí y pone en tela de juicio la creencia profundamente arraigada de que la ocupación de los territorios palestinos se puede mantener indefinidamente. De la noche a la mañana los planes cuidadosamente preparados por los imperialistas están en ruinas.
Décadas de la llamada lucha armada y de negociaciones no han llevado a ninguna parte. Pero el movimiento revolucionario plantea la cuestión de Palestina bajo una luz completamente diferente. La camarilla gobernante en Israel no está en absoluto preocupada por los cohetes de Hamas y por los terroristas suicidas. Por el contrario, cada cohete que cae en un pueblo israelí, sirve para empujar a la opinión pública israelí detrás de su gobierno. Sin embargo, una Intifada palestina, en combinación con la Revolución Árabe de Egipto y Jordania, es harina de otro costal.
Como potencia militar, Israel puede ser imbatible. En el caso de una guerra con Egipto, Israel, probablemente volvería a ganar. Pero, ¿podría ganar a las masas de manifestantes en las plazas de toda Cisjordania, Gaza, y de Israel también, que exijan derechos políticos para los palestinos? Esta es una pregunta que debe mantener a los generales y políticos israelíes despiertos durante la noche.
La caída de Mubarak tiene muy serias consecuencias para Israel. En el mejor de los casos, el gasto de defensa de Israel tendrá que subir aún más, ya que sus gobernantes contemplarán la amenaza de una guerra en el sur. Esto pondrá tensiones en una economía que ya estaba en crisis. El resultado será nuevos recortes y ataques a los niveles de vida, poniendo una intensificación de la lucha de clases en el orden del día en Israel.
Netanyahu se imaginó que su país era una isla de estabilidad y democracia que no podría verse afectada por la revolución. Pero básicamente, Israel es sólo un país del Medio Oriente que se ve amenazado por la oleada revolucionaria que emana de Túnez y Egipto. Hay nuevas contradicciones dentro de Israel. El aumento de precio del combustible y del agua ha convertido a Israel en uno de los países más caros para vivir en el mundo. La dirección del Histadrut (sindicatos israelíes) ha estado jugando con la idea de una huelga nacional.
Los acontecimientos de Túnez y Egipto tendrán profundas consecuencias para los palestinos. Los palestinos han sido traicionados por todos aquellos en quienes pusieron su confianza, comenzando por los regímenes árabes supuestamente amistosos y terminando con sus propios dirigentes. Las últimas revelaciones de Wikileaks mostraron la connivencia escandalosa del presidente de la Autoridad Palestina, Abbas, con los israelíes y los estadounidenses. Esto tendrá un gran efecto en la psicología de las masas palestinas.
Durante cuarenta años, la dirección de la OLP ha traicionado la causa palestina. La OLP podría haber tomado el poder en Jordania en 1970. Entonces toda la historia de la región habría sido diferente. Pero su dirección pequeñoburguesa nacionalista se negó a atacar a sus «hermanos árabes». Así que el monarca jordano movilizó a los beduinos que (con la ayuda del ejército paquistaní) masacraron a miles de palestinos. Es un hecho que muchos más palestinos han muerto a manos de sus «hermanos» árabes que por los israelíes.
Los beduinos mismos que atacaron a los palestinos en 1970 están ahora protestando contra el Rey. Los ex oficiales del ejército están advirtiendo que a menos que el régimen haga concesiones se enfrentarán el mismo destino que Ben Ali y Mubarak. Esto demuestra que la monarquía hachemita está perdiendo rápidamente su base y pende de un hilo. El movimiento se ha extendido desde las áreas beduinas hasta Ammán y a los palestinos, que constituyen la mayoría de la población de Jordania.
Es hora de volver a evaluar las tácticas y la estrategia de la lucha palestina. Las revelaciones de Wikileaks han puesto de manifiesto a los dirigentes palestinos como poco más que títeres de Israel. El estado de ánimo de los palestinos está enojado y amargado. Ha habido una serie de intentos de organización de movilizaciones tanto en contra de Abbas en Cisjordania como en contra de Hamas en la Franja de Gaza, que se han encontrado con una dura represión. Incluso las manifestaciones en solidaridad con las revoluciones de Egipto y Túnez han sido prohibidas por Hamas y la Autoridad Palestina.
Ahora se ha creado un movimiento unido contra la actual dirección del movimiento palestino, contra la ocupación israelí y por la unidad de la lucha palestina, atrayendo el apoyo de decenas de miles de personas en Facebook, y llamando a manifestaciones y protestas. Para los palestinos, la Intifada en Egipto era parte de sus sueños desde hace décadas. Ahora es una realidad. El derrocamiento de los regímenes reaccionarios árabes por las masas será un golpe serio contra el imperialismo de Israel y los EE.UU., y transformará toda la situación. Ahora, por primera vez, los palestinos pueden ver quiénes son sus únicos amigos verdaderos: los trabajadores y campesinos de todo el mundo árabe.
Esto representa un cambio fundamental. Los palestinos han visto cómo es posible luchar contra los opresores, no con bombas y cohetes, sino a través de la acción revolucionaria de masas. Todo el estado de ánimo será diferente ahora. Habrá nuevos brotes en la juventud, movimientos en contra de Hamas en Gaza y contra los dirigentes de la OLP en Cisjordania. Hay una creciente presión por algo diferente a lo que ha existido hasta ahora. La idea de una nueva Intifada está ganando terreno rápidamente entre los palestinos. Esto cambiaría todo.
¡Por una Federación Socialista!
Tras la Primera Guerra Mundial los llamados Estados nacionales árabes fueron creados artificialmente por el imperialismo. Esta división no se basaba en un criterio natural o histórico, sino exclusivamente en los intereses del imperialismo. El acuerdo Sykes-Picot dividió Irak, Líbano, Siria y Jordania, entre Gran Bretaña y Francia. Según la Declaración de Balfour en 1918, los británicos dieron permiso para el establecimiento de una patria judía en Palestina.
En el Golfo, los pequeños Estados con grandes reservas de petróleo fueron establecidos para que pudieran ser controlados por el imperialismo con facilidad, para el acceso a estos recursos. La monarquía saudí constaba de bandidos del desierto, y fueron elevados al poder por el agente británico Wilson Cox. El imperialismo dividió el cuerpo vivo de la gran nación árabe.
La Revolución árabe no puede tener éxito hasta que ponga fin a la vergonzosa balcanización del mundo árabe. La única manera de romper las cadenas forjadas por el imperialismo es poniendo en nuestra bandera la consigna de una Federación Socialista del mundo árabe. Esto crearía una poderosa Comunidad Socialista, que se extendería desde el Océano Atlántico hasta el Éufrates.
Sobre la base de una economía nacionalizada y planificada, el desempleo sería abolido de inmediato. Una gran reserva de fuerza de trabajo no utilizada se movilizaría para resolver los problemas de la vivienda, la salud, la educación y la infraestructura. Mediante la combinación de los enormes recursos de todos estos países sobre la base de un plan común de producción, florecerían los desiertos y una nueva revolución cultural que pondría todos los logros del pasado en la sombra.
Una Federación Socialista, con plena autonomía para todos los pueblos, es la única manera de resolver los conflictos nacionales y religiosos que ha envenenado la vida de los pueblos durante décadas, dando lugar a una guerra tras otra. Los musulmanes y los coptos, los sunitas y los chiítas, los palestinos y los judíos, los árabes, amazigh (bereberes), maronitas, kurdos, turcomanos, armenios, drusos – todos encontrarán un lugar en una federación basada en el principio de la igualdad absoluta.
La CMI plantea:
- ¡Defensa de los derechos del pueblo palestino y de todas las nacionalidades oprimidas a la autodeterminación!
- ¡Abajo los imperialistas y los agresores israelíes! ¡Poner fin a la ocupación de Irak, Afganistán y Palestina!
- ¡Expulsar a los colaboradores! Por el derrocamiento revolucionario de todos los títeres árabes tdel imperialismo!
- ¡Expropiar la propiedad de los imperialistas y de sus lacayos árabes! ¡La riqueza de las tierras árabes debe ser devuelta al pueblo!
- ¡Por la unidad revolucionaria de los pueblos! Por la Federación Socialista del Oriente Medio y África del Norte, sobre la base de una unión libre, igual y fraternal, con plena autonomía para todas las nacionalidades!
Saltos en la conciencia
La revolución egipcia es la respuesta final a todos aquellos escépticos y snobs intelectuales que constantemente insistían en el supuesto «bajo nivel de conciencia» de las masas. Los «expertos» occidentales que hablaban con desprecio de los egipcios como «apáticos», «pasivos» e «indiferentes a la política» tienen que comerse ahora sus palabras.
Los marxistas entienden que la conciencia humana en general, no es progresista ni revolucionario, sino profundamente conservadora. La resistencia al cambio está profundamente arraigada en la mente humana como parte de un mecanismo de supervivencia que viene del pasado remoto de nuestra especie. Como regla general, por lo tanto, la conciencia se queda detrás de los acontecimientos. No cambia poco a poco, hoy es más revolucionaria que ayer y mañana más que hoy. Cuando el agua se enfría desde 100 hasta 0 grados, primero se convierte en una pasta, a continuación, en una gelatina y, finalmente, en un sólido.
Este punto de vista de la conciencia es metafísico y mecánico, no materialista ni dialéctico. La dialéctica nos enseña que las cosas se convierten en su contrario, y que los cambios pequeños y, aparentemente, insignificantes pueden en un momento determinado – conocido en la física como punto crítico – producir transformaciones explosivas en una escala gigantesca. El cambio en la conciencia ocurre de repente, cuando se ve obligada a hacerlo por grandes acontecimientos. Cuando esto ocurre, la conciencia se acelera y se pone al día con la realidad. Este salto de la conciencia es lo que es, precisamente, una revolución.
Las masas, ya sea en Egipto, Irán, Gran Bretaña o los EE.UU., no aprenden de los libros, sino de la experiencia. En una revolución, aprenden mucho más rápido que en otras circunstancias. Los trabajadores y los jóvenes egipcios han aprendido más en unos pocos días de lucha que en treinta años de existencia «normal». En las calles, las masas desarrollan un sentido de su propio poder. Perdieron el miedo mortal a los uniformes de la policía antidisturbios apoyados por cañones de agua y miles de matones vestidos de civil, a los que obligaron a huir y derrotaron.
En una revolución del proceso de aprendizaje es sumamente acelerado. Vemos exactamente el mismo proceso en Egipto y Túnez. Aquí tenemos un gran laboratorio donde los diferentes y vagos pliegos de demandas que compiten entre sí, emitidos por diferentes organizaciones se ponen a prueba. En las calles las masas deciden qué consignas son apropiadas y cuáles no. Vamos a ver el mismo proceso repetido una y otra vez, y no sólo en el Oriente Medio y África del Norte, sino en todas partes.
De El Cairo a Madison
En 1917 tardó una semana para las personas en la India se enteraran de que había habido una revolución en Rusia. Hoy todo el mundo puede ver la revolución en directo en sus pantallas de televisión. La situación en el Oriente Medio está teniendo un efecto tremendo en todo el mundo. En la India, por primera vez en 32 años, los sindicatos y los partidos de izquierda han organizado recientemente una huelga general por los salarios y los precios. Hubo una marcha de 200.000 en las calles de Nueva Delhi por el alza de precios de los alimentos. Aunque la India está creciendo a una tasa anual del nueve por ciento, esto aumenta la desigualdad mediante la concentración de la riqueza en la parte superior de la sociedad.
En Túnez y Egipto, el sistema capitalista está empezando a romperse por sus eslabones más débiles. La burguesía nos dice que tales cosas no pueden suceder en los países capitalistas avanzados, que la situación es diferente, y así sucesivamente. Sí, la situación es diferente, pero sólo en grado. En todas partes la clase obrera y la juventud se enfrentan a la misma alternativa: o bien aceptan la destrucción sistemática de su nivel de vida y de sus derechos – o luchan.
El argumento «no puede suceder aquí» no tiene ninguna base científica ni racional. Lo mismo se decía de Túnez hace sólo un par de meses, cuando ese país fue considerado como el más estable del norte de África. Y el mismo argumento fue repetido con relación a Egipto, incluso después de que Ben Ali fuera derrocado. Sólo un par de semanas fueron suficientes para exponer la falsedad de esas palabras. Tal es la velocidad de los acontecimientos en nuestra época. Tarde o temprano la misma pregunta se planteará en todos los países de Europa, en Japón, en Canadá, y también en los Estados Unidos.
La inflación está aumentando. Los precios de los alimentos están subiendo. Esto tendrá los efectos más graves en todas partes, especialmente en los países pobres. Según el Banco Mundial, 44 millones de personas más se verán empujadas a la pobreza extrema en el próximo período, llevando la cifra a más de mil millones en todo el mundo. Millones de personas luchan por los alimentos, el empleo y la vivienda – es decir, por las condiciones más elementales de una existencia semi-civilizada. Estas condiciones deberían estar libremente disponibles para todos en la primera década del siglo XXI. Pero el sistema capitalista caduco ya no es capaz de garantizar estas cosas, incluso en Europa y América del Norte. Por eso hay motines y levantamientos. Se trata de una cuestión de vida o muerte.
La crisis actual no es una crisis cíclica normal del capitalismo. La recuperación tampoco es normal. Los capitalistas están tratando de exprimir a los trabajadores más que nunca, en un intento de restablecer el equilibrio económico: para pagar sus deudas, reducir los costos de mano de obra, etc, pero al hacerlo, desestabilizan toda la situación. Esto explica en parte tanto la revolución árabe como el recrudecimiento de la lucha de clases en Europa
Todos los países del mundo se ha visto afectados. No es casualidad que China se sumara al coro para reclamar un regreso al «orden» en Egipto. En parte se trata de una cuestión de interés económico. El régimen chino está interesado en la estabilidad económica mundial, ya que quiere seguir ganando mucho dinero de las exportaciones. Pero, sobre todo, Pekín tiene miedo de todo lo que podría proporcionar un impulso a las huelgas y las protestas en la propia China. Se han tomado medidas drásticas contra toda protesta y se bloqueó cualquier referencia a Egipto a través de Internet.
Por el contrario, todos los trabajadores con conciencia de clase en el mundo se alegrarán del maravilloso movimiento de los trabajadores y de la juventud en Túnez y Egipto. Los efectos psicológicos de esto no pueden subestimarse. Para muchos, especialmente en los países capitalistas avanzados, la idea de la revolución aparece como algo abstracto y remoto. Ahora que los acontecimientos se han desplegado ante sus ojos en las pantallas de la televisión la revolución no sólo aparece como posible sino como necesaria.
En Europa y EE.UU. hay un odio hirviente hacia los banqueros y los peces gordos que se están dando gratificaciones y bonificaciones obscenas mientras que el resto de la sociedad sufre continuos ataques a su nivel de vida. Este hecho se refleja notablemente en los dramáticos acontecimientos de Wisconsin, en EEUU. No es casual que los trabajadores de Madison, la capital del Estado de Wisconsin, cantaran cosas como «lucha como un egipcio». Este es el efecto de las políticas viciosas que se imponen a la clase obrera durante una recuperación económica en los EE.UU.
De repente, el mundo se ha despertado ante el hecho de que ha habido una explosión de la lucha de clases en Wisconsin, con 100.000 personas en las calles. Vemos imágenes de los trabajadores con pancartas llamando al gobernador del Estado “Hosni” Walker, y cantando: «l dictador de Wisconsin debe marcharse». Los trabajadores egipcios, incluso, enviaron mensajes de solidaridad a los trabajadores de Wisconsin. Ha habido huelgas estudiantiles, ocupaciones del edificio estatal del Capitolio, y manifestaciones espontáneas. Los policías que fueron enviados para dispersar a los manifestantes se acercaron a la gente, y se unieron a la ocupación con chalecos que llevaban consignas como «polis a favor de los trabajadores». Este es un desarrollo muy importante.
En Europa hemos visto grandes movimientos de los trabajadores y de la juventud: ocho huelgas generales en Grecia en los últimos doce meses, un gran movimiento huelguístico en Francia donde tres millones y medio de trabajadores salieron a la calle, el movimiento de los estudiantes británicos, un huelga general en España, en Italia el movimiento de los trabajadores del metal. Recientemente, tuvo lugar la mayor huelga general en Portugal desde la caída de la dictadura en 1974. Incluso en los Países Bajos hubo 15.000 estudiantes que protestaban en La Haya. En el este de Europa, hemos visto grandes movimientos en Albania y Rumanía. En Bulgaria, incluso la policía ha estado en huelga.
Hace veinte años, la burguesía se alegró de la caída del «comunismo». Pero su alegría fue prematura. En retrospectiva, la caída del estalinismo será considerada sólo el preludio de un desarrollo mucho más dramático: el derrocamiento revolucionario del capitalismo. En todas partes, incluidos los Estados Unidos, el sistema está en crisis. En todas partes la clase dominante está tratando de poner todo el peso de la crisis de su sistema sobre los hombros de las capas más pobres de la sociedad.
Estos movimientos tienen similitudes sorprendentes con los movimientos de masas que llevaron al derrocamiento de los regímenes de Europa del Este. Sobre el papel, estos gobiernos tenían un aparato estatal fuerte, grandes ejércitos, la policía y la policía secreta. Pero eso no los salvó. Ni todo el dinero, la policía y los ejércitos en el mundo salvarán a los gobernantes de Europa y de los Estados Unidos una vez que los trabajadores se muevan para cambiar la sociedad.
Las masas han demostrado una y otra vez su determinación y voluntad de lucha. Con el fin de lograr la victoria que necesitan deben ser armadas con un programa claro y una dirección. Las ideas del marxismo son las únicas que pueden ofrecero. El futuro es nuestro.
- ¡Viva la Revolución árabe!
- ¡Trabajadores del mundo uníos!
- ¡Viva el socialismo, la única esperanza para el futuro de la humanidad!
- ¡Thawra Nasr hatta’l!
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