La guerra del futbol entre Honduras y El Salvador
Ejemplo de lo que menciono es el caso entre El Salvador y Honduras en 1969, cuando después de ganar una serie de partidos, ambas naciones se enfrentaron para ver quién era el país que representaría a Centroamérica en el Mundial de México 70.
El primer partido se jugó en Tegucigalpa el 8 de junio, en donde el cuadro hondureño ganó por la mínima diferencia (1-0), la difusión de la victoria sobre los salvadoreños no cesó en los medios, no se frenaba el exceso de chovinismo, lo que provocó que un gran número de aficionados salvadoreños fueran insultados, además de ser víctimas de burlas por sus defectos físicos. Por su parte la prensa salvadoreña al enterarse de lo acontecido, difundió el rumor de que los alimentos consumidos por los jugadores salvadoreños habían sido adulterados, lo que caldeo los ánimos para el partido de vuelta en San Salvador.
Días antes al 15 de junio, fecha del encuentro, ocurrieron graves incidentes en la concentración de los hondureños, pero no tan grave como lo acontecido durante el partido. El himno y la bandera hondureña fueron objeto de insultos y profanaciones de todo tipo, además los aficionados hondureños fueron tratados y molestados de una forma mayor que lo sucedido en Tegucigalpa. En este encuentro El Salvador se levantó con el triunfo con un contundente 3-0 sobre la escuadra hondureña, lo que desencadenó una cacería de inmigrantes salvadoreños, que espantados huían de regreso a su país. Pocos días después El Salvador dijo que se estaba preparando para la guerra, se llamo a las reservas, se formaron milicias de apoyo y se difundía la idea de que estaban comprando armas en el exterior, así como la movilización de las tropas hacia la frontera hondureña.
El 27 de junio se realizaría un tercer partido de desempate en una cancha neutral (México), aún cuando un día antes, el 26 de junio, San Salvador había declarado rotas las relaciones diplomáticas con Tegucigalpa. El encuentro fue duró, con tintes épicos, pero al final El Salvador se alzó nuevamente con la victoria 3-2 y represento a Centroamérica en la justa mundialista.
Repercusiones de la “Guerra del futbol”
Después del triunfo salvadoreño, las cosas se complicaron aún más, El Salvador acusaba a Honduras de genocidio a sus ciudadanos, mientras que no cesaban sus amenazas de un ataque militar. Tuvieron que intervenir los observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA), para intermediar ante la situación tan hostil.
Pero la guerra ya se había declarado cuando desde San Salvador se supo que la “afrenta” contra sus connacionales se lavaría con la guerra. Y así fue, cuando el 3 de julio fue derribado un avión hondureño con un proyectil disparado desde territorio salvadoreño, cerca del territorio hondureño conocido como El Poy, quienes respondieron con una replica de metralla. La situación a cada minuto se iba agravando (El Salvador invadió territorio hondureño y fue detenido por milicias populares, que se habían formado ante la ineficiencia del ejército regular) hasta que por fin el 18 de julio a las 22:00 hrs. el Consejo de la OEA indujo a firmar una tregua.
La guerra de las Cien Horas y sus repercusiones (las verdaderas causas del conflicto)
El nombre dado a este acontecimiento ha sido un poco extraordinario, pues ya que nada tuvo que ver el futbol, por el contrario los intereses eran meramente económicos. El conflicto entre estas dos naciones duró exactamente cien horas, por lo que también es conocida esta guerra, como la guerra de las Cien Horas (inició formalmente el 14 de julio a las 18:00 hrs y finalizó el 18 del mismo mes a las 22:00 hrs.), que está más acorde con los verdaderos motivos (ya que el encuentro de futbol, sólo fue una vil circunstancia) tanto de la burguesía salvadoreña como de la hondureña, como veremos a continuación.
A diferencia del resto de países centroamericanos El Salvador tenía una burguesía consolidada, y su desarrollo industrial sólo se igualaba al de Guatemala, desarrollo que se apoyaba en el mercado de los demás países menos desarrollados, como Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Estos intereses de las burguesías salvadoreñas y guatemaltecas conformaron en 1960 el Mercado Común Centroamericano.
Así dentro de este contexto económico El Salvador convirtió a Honduras en su más grande y mejor mercado, debido a que éste todavía era agroexportador y sólo en San Pedro Sula había una pequeña burguesía, que no lograba entrar al libre mercado. Por lo que el gobierno hondureño ante tal envestida por parte de la burguesía salvadoreña, empezó por poner restricciones a los productos salvadoreños, para compensar y equilibrara la situación, así como se impulsó una Reforma agraria.
Ante esta situación la burguesía salvadoreña se encontró entre la espada y la pared, por una parte se le cerraban las puertas a su principal mercado y por la otra los problemas demográficos se recrudecían. Para esas fechas El Salvador tenía serios problemas de sobrepoblación y desempleo, por lo que las autoridades militares (que se habían instalado en el poder con el aplastamiento de la Insurrección campesina de 1932) en alianza con las autoridades guatemaltecas tenían la idea de anexarse territorio de Belice, pero no se llevó a cabo dicho plan.
En territorio hondureño en los primeros meses de 1969 los habitantes invadían las tierras pidiendo se aplicase la Reforma agraria, sin embargo muchos de los que reclamaban la tierra eran salvadoreños, lo que puso los pelos de punta a los burgueses hondureños exigiendo al Instituto Nacional Agrario (INA) que se aplicara el artículo 68, que reserva a los hondureños por nacimiento el beneficio de atribución de tierras por parte del estado. Los burgueses y terratenientes representados por la Federación Nacional de los Agricultores y Ganaderos de Honduras (FENAGH) presionaban al director del INA para que aplicara tal disposición, es así que por ejemplo en abril de 1969, 50 familias salvadoreñas fueron despojadas de las tierras que ocupaban cerca de El Progreso, en el Departamento de Yoro, imagen que se repitió en al menos otros tres departamentos. Por su parte los despojados regresaban a territorio salvadoreño, donde no fueron bienvenidos, pues llegaban para agravar la situación del país.
Como se puede notar lo que realmente impulso el conflicto entre Honduras y El Salvador no fue el futbol, sino los intereses económicos de ambas burguesías, por un lado la naciente burguesía hondureña veía un sin fin de trabas al vivir bajo el yugo de las exportaciones salvadoreñas, pues atiborraban su mercado con sus mercancías. Por otra parte la burguesía salvadoreña no quería perder sus privilegios en Honduras ni en el Mercado Común Centroamericano, pues sus mercancías se vendían un 25% más caro que fuera del mercado común.
Las repercusiones de la guerra de las cien horas complementan las que más arriba ya mencione, las guerras siempre arrojan saldos rojos, es decir, muertos y heridos, además de los daños que causan principalmente a los más explotados. En éste enfrentamiento hubo entre 250 y 300 muertos y 1,000 heridos por cada ejército, más de 5,000 muertos entre la población civil, campos de concentración para salvadoreños en Honduras, así como miles fueron vejados y expulsados de sus tierras, saqueo de poblaciones hondureñas ocupadas por el ejército salvadoreño, entre muchas más.
Como se pudo observar el futbol fue la gota que derramo el vaso, pero ciertamente no tuvo nada que ver para el desarrollo de la guerra de la Cien Horas, más bien fueron los intereses principalmente económicos de ambas burguesías, solapados por los gobiernos, los que orillaron al enfrentamiento militar como en otras tantas ocasiones a nivel mundial (la 1ra y 2da Guerra Mundial, la Guerra Fría, los conflictos en Gaza y Medio Oriente, etc.) y como también en muchas ocasiones los trabajadores han sido los que han resentido los efectos de dichas guerras.
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