Grecia: la hora de la verdad

Las prolongadas negociaciones entre Grecia y la Troika, que comenzaron tras la elección de Syriza el pasado 25 de enero, parecen haber llegado a un callejón sin salida sin haber encontrado una solución negociada. Esta situación ha acelerado la retirada de depósitos de los bancos, lo que a su vez acelera los resultados. La troika está estrechando el cerco y, a menos que la víctima consiga liberarse, se ahogará.

La dramática situación que está atravesando Grecia se refleja en el hecho de que casi tres mil millones de euros se han retirado de los bancos griegos esta semana, de los cuales más de mil millones se retiraron en el día de ayer (jueves 18 de junio) y se espera que se realicen más retiradas de dinero en el día de hoy. La liquidez de los bancos griegos es tan precaria que no está claro si disponen de fondos suficientes para abrir el lunes.

Esto se debe a que ninguna de las partes implicadas está en condiciones de hacer nuevas concesiones. En las últimas semanas hemos podido ver una serie de endurecimiento de posiciones por parte de ambos lados.

La última cumbre política de hace dos semanas terminó con un ultimátum por parte de la Canciller Merkel, Hollande y el FMI. Grecia lo rechazó. A continuación, el gobierno griego no efectuó el pago al FMI programado el 4 de junio y, en su lugar, se comprometió a pagar los cuatro vencimientos de deuda de junio de una sola vez a finales de mes (30 de junio). El 11 de junio, el FMI abandonó la mesa de negociaciones alegando que el tiempo se había acabado. El 14 de junio, el Ministro de Finanzas griego, Yanis Varufakis, presentó una nueva serie de propuestas que fueron rápidamente rechazadas por las instituciones europeas en una reunión que duró menos de una hora. En la reunión del Eurogrupo que se celebró a puerta cerrada el pasado jueves tampoco se alcanzó ningún acuerdo. La troika parece estar haciendo los preparativos necesarios para un Grexit (la salida de Grecia de la zona euro).

Objetivos políticos de la troika



En el fondo, la contradicción reside entre los objetivos de la troika y lo que el pueblo griego votó el 25 de enero. Los objetivos básicos de la Troika (el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea) son económicos y políticos. Por un lado, la Troika quiere proteger sus intereses como acreedor de Grecia (después de la última reestructuración, la deuda griega está principalmente en manos de instituciones públicas) y garantizar un flujo constante de amortización. Esto implica continuar con las políticas de austeridad fallidas de los últimos cinco años. Dentro de los límites del capitalismo en crisis -y en Grecia la crisis se expresa de una forma particularmente grave– no hay una alternativa real.

Por otro lado, la Troika también tiene un objetivo político, que es hoy prioritario. Tiene que evitar que Grecia aplique una política diferente a la brutal austeridad impuesta por los memorandos [los planes de ajuste acordados por el Troika con el anterior gobierno griego, NdT]. Si se mostrara indulgente con Grecia, permitiendo que Syriza pueda llevar a cabo alguno de los puntos de su programa de Tesalónica, enviaría un mensaje político de gran alcance a otros países. Inmediatamente reforzaría a todos los partidos anti-austeridad, en España, Portugal e Irlanda y pondría a sus gobiernos en una posición muy delicada. También pondría a los gobiernos de Hollande, en Francia, y de Renzi, en Italia, bajo una enorme presión para que abandonaran las políticas de austeridad.

La Troika debe, por lo tanto, humillar a Syriza y al gobierno griego con el fin de enviar un mensaje claro: no se pueden desobedecer las políticas de austeridad dictadas por los capitalistas europeos. La actitud de la Troika en los últimos cinco meses ha sido completamente clara: tratar de convencer a Syriza para cooperar en la aplicación de las políticas de austeridad, u obligarle a hacerlo. Si eso falla, tendrán que ser expulsados.

Por estas razones, la Tendencia Comunista de Syriza ha insistido –incluso desde antes de las elecciones del 25 de enero– en que el Programa de Tesalónica y toda la estrategia política de los dirigentes de Syriza eran erróneos. Éstos, argumentaban que las medidas concretas de «emergencia social» del programa de Tesalónica podrían aplicarse a través de un acuerdo con la Troika. Dijeron que Grecia sería capaz de obtener el apoyo de algunos sectores dentro de la UE (Francia e Italia). Más tarde, se dijo que Estados Unidos y el FMI tenían una posición diferente, más «razonable». Nada de eso se ha materializado, como se predijo.

Mientras tanto, los dirigentes de Syriza no han dejado de hacer concesiones a los postulados de la Troika, en un intento desesperado por llegar a un acuerdo. La formación de una coalición de gobierno con los populistas de derechas ANEL (Griegos Independientes) y la elección de un derechista como Presidente de la República eran signos en esa dirección. El acuerdo del 20 de febrero representó un paso atrás importante del programa de Syriza. Lo peor de todo fue que se hizo sin obtener nada a cambio por parte de la Troika, salvo la promesa del desembolso de los 7.200 millones de euros restantes del programa de rescate anterior. Grecia no ha recibido ni un euro de ese dinero. Por el contrario, ha seguido pagando regularmente a la Troika, ¡más de 7.000 millones de euros!

No será suficiente, por muchas concesiones que la Troika haya obligado a hacer al gobierno griego. La Troika exige un sometimiento completo. Mientras tanto, el entusiasmo inicial y el apoyo abrumador a Tsipras y al gobierno, cuando parecía que plantaban cara a los extorsionadores, se ha ido disipando lentamente con cada concesión. En ningún momento los dirigentes de Syriza han preparado al conjunto de los trabajadores griegos para una lucha contra la Troika. Esto ha desmovilizado también la opinión de la clase obrera europea. Las pequeñas pero importantes manifestaciones de solidaridad que vimos en las primeras semanas han desaparecido.

La hora de la verdad

Es la hora de la verdad. La Troika mantiene sus exigencias, el gobierno griego reconoce que si hace más concesiones no podrán sobrevivir. La experiencia de los últimos cuatro años en Grecia muestra claramente que cualquier gobierno que haya intentado aplicar el memorando ha sido destruido. Después de la ruptura de las negociaciones de ayer con el Eurogrupo, hay prevista una nueva reunión política de emergencia para el lunes 22 de junio. Es probable que no lleven a ninguna parte.

Mientras tanto, antes de la reunión prevista para el lunes, Yanis Varufakis hizo públicos a través de Internet sus documentos de intervención en las reuniones del Eurogrupo, en los que expresó sus puntos de vista y propuso concesiones aún más escandalosas. La propuesta también fue rechazada.

El documento detalla con claridad y exhaustivamente una lista de los efectos que han provocado la crisis y las políticas de austeridad en Grecia, que vale la pena reproducir:

  • “El déficit fiscal, estructural, o ajustado cíclicamente, se convirtió en superávit como resultado de un ajuste del 20% «que rompe records mundiales»
  • Los salarios cayeron un 37%
  • Las pensiones se redujeron en un 48%
  • El empleo público disminuyó en un 30%
  • El gasto de los consumidores se redujo en un 33%
  • Incluso el déficit crónico nacional de la balanza por cuenta corriente cayó en un 16%».

Luego explica el impacto de estos recortes brutales:

  • «El PIB real total se redujo en un 27% mientras que el PIB nominal ha caído consecutivamente desde hace 18 trimestres hasta el día de hoy
  • El desempleo se disparó hasta un 27%
  • El trabajo no declarado alcanzó el 34%
  • Los bancos trabajan en condiciones difíciles con una cartera de préstamos impagados que exceden el 40% del total, en valor
  • La deuda pública ha superado el 180% del PIB
  • Un gran número de jóvenes cualificados están abandonando el país
  • Las privaciones de la pobreza, el hambre y la energía han registrado aumentos generalmente asociados a un estado de guerra
  • La inversión en capacidad productiva «se ha evaporado”.

Incluso después de explicar todo esto, dice que está dispuesto a hacer aún más «ajustes», incluyendo un plan de privatizaciones para los próximos 10 años (algo que de forma clara y directa entra en contradicción con el programa de Tesalónica). La idea, según Varufakis, no es que no quieran hacer recortes, sino que quieren hacerlo «a su manera”.

Para subrayar su punto de vista realiza una nueva propuesta, no sugerida hasta entonces, un mecanismo automático para controlar el gasto público. Así es como lo explica:

«En lugar de discutir sobre medio punto porcentual en las medidas (o sobre si estas medidas impositivas deben contener o no todo tipo de parámetros) ¿por qué no abordar una reforma permanente más profunda, y completa? Un freno automático al déficit, legislado y supervisado por el Consejo Fiscal independiente y que ya hemos acordado con las instituciones. El Consejo Fiscal supervisaría la ejecución de los presupuestos del Estado semanalmente, emitiría advertencias si un objetivo de superávit fiscal primario pareciera que fuera a ser violado y, en un momento dado, disponer de un mecanismo automático que reduzca todos los gastos de manera general y horizontal, con el fin de evitar que el superávit primario se deslice por debajo del umbral acordado previamente. Un sistema protegido de este tipo aseguraría la solvencia del Estado griego, mientras que el gobierno griego conservaría el espacio político que necesita para seguir siendo soberano y capaz de regir dentro de un contexto democrático. Consideramos esto una propuesta firme que nuestro gobierno pondrá en marcha inmediatamente después de un acuerdo».

Esto, en efecto, significaría un mecanismo automático de austeridad permanente independientemente de las circunstancias económicas y lejos de dar a cualquier gobierno «soberanía» o un «marco democrático», ¡sería exactamente lo contrario!

Es un triste espectáculo el que tenemos delante, los representantes griegos elegidos democráticamente viéndose obligados a postrarse delante de los banqueros europeos y capitalistas, suplicando las migajas de la mesa, pidiendo clemencia, haciendo promesas de «buena conducta», y esos “señores” dándose la vuelta y diciendo: ¡NO, queremos más!

Llegados a este punto, el problema principal es que los dirigentes de Syriza no contaban con una situación en la que no fuera posible llegar a un «acuerdo honorable» y, por lo tanto, no se han preparado para ella, desde un punto de vista económico ni desde un punto de vista político.

La Plataforma de Izquierdas dentro de SYRIZA, que ahora cuenta con casi el 45% de los votos en el Comité Central (CC), ha expresado su oposición a las concesiones (véase su enmienda en la última reunión del CC). Sin embargo, hay dos puntos débiles en dicha oposición. Una es que ha actuado de forma errática e inconsistente. Mientras que algunos representantes de la Plataforma han expresado públicamente sus críticas, otros, con cargos ministeriales, se han mostrado más tenues y prudentes. La Plataforma de Izquierdas no ha aplicado las consecuencias lógicas que conlleva su oposición: la movilización abierta dentro del partido y entre los trabajadores por el repudio de la deuda y por una alternativa claramente socialista. Incluso a nivel del CC del partido, ha presentado enmiendas a la posición oficial en lugar de presentar un documento alternativo.

La segunda debilidad es que la alternativa de la Plataforma a la estrategia actual no ofrece una respuesta completa. Parece implicar que romper con el Euro en sí mismo sería suficiente para poner fin a las políticas de austeridad y recortes. Propone un programa de gravar a los ricos y la nacionalización de los bancos (una medida que en un grado u otro se le impondría al gobierno griego si sale del euro y cae en la suspensión de pagos de la deuda). Esto, sin embargo, no puede calmar los temores bien fundados de una gran parte de la población, que teme que un Grexit significaría un colapso económico en el que los trabajadores se llevarían la peor parte.

En realidad, la única alternativa a la estrategia utópica de la búsqueda de un acuerdo con los acreedores es lo que los compañeros de la Tendencia Comunista de Syriza llaman una «ruptura socialista». Es decir, repudiar la deuda y tomar medidas para expropiar a los grandes propietarios capitalistas, banqueros, terratenientes y armadores, para que la riqueza de la sociedad pueda ponerse en manos de quienes la producen, bajo una planificación democrática de la economía. Romper definitivamente con el capitalismo es, igualmente, la única política que podría reavivar el entusiasmo que existía en los días iniciales del gobierno, tanto en Grecia como en toda Europa. Es la única manera de avanzar.

Viernes, 19 de enero

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