ÉXITO DE LA HUELGA DEL 29 DE SEPTIEMBRE

La clase obrera española se ha puesto en pie ante los ataques a sus condiciones de trabajo que está sufriendo. Las meras cifras cuantitativas no hacen justicia a lo que hemos vivido en las últimas 24 horas en el estado español.

Los trabajadores hemos respondido al llamado de UGT y CC.OO., al que se han sumado la mayoría de los sindicatos minoritarios de clase: CGT, SOC/SAT (Andalucía), CIG (Galicia), CSI (Asturias), STEs (enseñanza) y otros. Por no mencionar el papel fundamental desempeñado por los afiliados y simpatizantes del PCE e Izquierda Unida en muchas zonas del Estado.

MAYOR SENSACIÓN DE UNIDAD ENTRE LOS TRABAJADORES

Si hay algo que destacar es el ambiente de unidad que se he generado, especialmente significativo allí donde ha habido un esfuerzo consciente de las diferentes organizaciones en este sentido. Esta es, en primer lugar, la primera conquista y enseñanza preciosa que debemos aprender de esta experiencia.

Andrés Bódalo, responsable del Sindicato Andaluz de Trabajadores, SAT, (antiguo SOC) en Jaén nos lo comentaba:

Ha habido mucha unidad entre los sindicatos, empezando por la base. La manifestación en Jaén ha sido unitaria (…)  Yo destacaría la colaboración entre los trabajadores de Jaén capital y los que hemos venido de los pueblos, la camaradería y confraternización entre afiliados de todos los sindicatos, la convivencia en los piquetes y el sentimiento de compañerismo que se ha creado …”

DIFICULTADES OBJETIVAS PARA LA MOVILIZACIÓN. LA COMPARACIÓN CON EL 20-J DE 2002.

Los condicionantes de esta movilización eran complicados. Muchos han comparado la actual huelga general con la última del 2002, pero el contexto era totalmente diferente.

Para empezar, aquella se dio en mitad de un ciclo de expansión económica en el estado español. Además, se dio en mitad del ciclo de luchas que se dio contra el último gobierno del PP, entre el 2000-2004; ciclo que comenzó con las luchas estudiantiles de la LOU; y continuó con otras movilizaciones: movilizaciones contra el Plan Hidrológico Nacional, movilizaciones por el naufragio del Prestige, …

Ahora llevamos más de dos años y medio de dura recesión con un desempleo que más que duplica el que había por entonces. Ahora nos encontramos con preocupación y miedo genuino entre los trabajadores, a los que tienen que vencer en base a su experiencia y organización.

Esta huelga ha servido para empezar a vencer ese miedo que ha prevalecido en los últimos dos años y medio. Como dijo ayer Toxo, secretario general de CC.OO., «la gente ha tenido que sobreponerse al ‘piquete del miedo’ de la patronal”.

Pero había otros condicionantes negativos, con una huelga convocada demasiado tardíamente por los dirigentes sindicales de UGT y CC.OO. La huelga ha mostrado una musculatura sindical que en la mayor parte de las zonas se ha revelado aún insuficiente, aunque en algunas zonas esto ha empezado a cambiar de una manera alentadora como pasaremos a explicar.

En el corto plazo, el Gobierno del PSOE, de común acuerdo con los principales grupos de la derecha, aceleró los trámites parlamentarios para aprobar la reforma laboral el 9 de septiembre, poder presentarla como un “hecho consumado e inamovible”, con el fin de desalentar la movilización.

La campaña antisindical que se viene destilando desde hace meses ha alcanzado cotas enormes en prácticamente todos los medios periodísticos azuzada con declaraciones de los políticos del PP como Esperanza Aguirre. Ésta consiguió abrir una cuña entre los trabajadores del Metro de Madrid, consiguiendo que los dirigentes del sindicato de conductores convencieran a gran parte de los afiliados al sindicato de maquinistas para que condujeran los metros, demostrando estos dirigentes lo reaccionario de su discurso en un día decisivo para todos los trabajadores.

Otro elemento a superar no despreciable estriba en el hecho de que no se trataba de movilizarse, como en el 2002, “contra el PP”, con el PSOE participando en las manifestaciones. Ahora se trataba de movilizarse contra la política del gobierno del PSOE, y esto también ha desorientado a un sector de trabajadores, aunque no ha sido la dificultad más importante.

Realmente, con todos los condicionantes negativos que había antes de la huelga, los porcentajes de seguimiento de ésta han sido más altos de lo esperado por los propios dirigentes sindicales, con lo que la respuesta dada por la clase trabajadora a este ataque ha sido bastante digna.

LA HUELGA

Es curioso cómo el pro-burgués El País utiliza el mismo adjetivo para referirse a la jornada del 29 de Septiembre que el Gobierno del PSOE: desigual.

Intentan minimizar el éxito de la huelga pero, utilizando este calificativo se traicionan a sí mismos porque, al fin y al cabo, al decir “desigual” reconocen que, frente a debilidades de la huelga, también ha habido fortalezas.

Las principales industrias, empezando por las del metal, pero también en la construcción, han parado (con la excepción de parte de Euskadi, por la no convocatoria de los sindicatos nacionalistas). Han parado todos los centros de distribución y grandes mercados de las principales ciudades; las flotas de pesca de bajura y altura; los principales puertos; recogida de basura en grandes ciudades; el conjunto de la limpieza en Madrid; el trabajo jornalero en muchos pueblos de Andalucía, sobre todo en los de influencia del SAT: sierra de Cádiz, sierra sur sevillana, Jaén (Méngíbar, Pegalajar, Jódar) … En todos estos sectores, y en otros que no reflejamos, la huelga GENERAL ha sido incontestable.

Pero, igualmente visible fue que la programación inicial de la TV fue suspendida en gran parte en las televisiones autonómicas de Andalucía y Madrid, y en parte de otras emisoras.

La empresa estatal Red eléctrica ha dado datos durante la jornada que han oscilado entre el 19% y el 21% de caída del consumo eléctrico, datos que se parecen a los de un día de descanso como el domingo. Aunque al día siguiente, hoy, aclaró que la media de caída “durante toda la jornada fu de solo el 14%”.

En Cataluña, Asturias (RNE declaró que «Asturias está paralizada»), comarca de Vigo, campo de Gibraltar, zonas industriales de Cantabria, Las Palmas de Gran Canaria, Murcia, Zaragoza y su cinturón industrial, el paro se ha acercado al de 2002, o lo ha superado en determinados aspectos.

En algunas ciudades, la batalla contra los dueños de los grandes establecimientos comerciales de El Corte Inglés reflejaba una mayor presencia de manifestantes y de fuerza sindical que en el 2002: El Corte Inglés de Jaén y el de Murcia cerraron sus puertas por momentos, el de Zaragoza lo cerró totalmente cuando 500 piquetes entraron dentro de forma organizada al grito de ‘Viva la lucha de la clase obrera’.

Cuando empleamos el término “éxito”, lo empleamos de forma relativa. No pretendemos endulzar ni exagerar la situación real que hemos vivido. La huelga en el conjunto de la economía no ha sido mayoritaria.

Por ejemplo, ha sido visible y notable la apertura de los pequeños establecimientos comerciales y hosteleros en prácticamente todas las zonas. Eso respondía a la conjunción del “piquete del miedo” y al ambiente anti sindical creado. Al mismo tiempo, es cierto que en muchas ciudades, con una musculatura sindical y una organización de la campaña iguales o más débiles que en 2002, no se ha podido transmitir la suficiente confianza a otros compañeros que dudaban sobre la necesidad de esta huelga. Eso también se ha visto en otras ciudades con la propia actuación de los piquetes.

Pero, sin negar todas estas debilidades que todavía presenta el movimiento obrero, creemos que hay que resaltar, con los condicionantes negativos que había anteriormente mencionados, cómo ha respondido la clase trabajadora y en qué evolución se muestra ésta. Esta huelga era muy difícil de sacar.

Lo que hay que reseñar es que ha habido lugares en que la organización del movimiento obrero ha dado un salto en cantidad y calidad ya de cara a esta huelga, a pesar de que existían los mismos condicionantes negativos que hemos mencionado anteriormente: por ejemplo, en Murcia, Jaén, Zaragoza, … En estos casos ha habido más participación en piquetes e iguales o superiores cifras de manifestantes que en el 2002.

Claro que en muchos sitios han faltado más asambleas, involucrar a más compañeros de base en las tareas de la convocatoria y lograr mayor convergencia con el máximo de colectivos para conseguir una mejor información de lo que nos jugábamos …

Por eso son muy positivos los pasos que se han dado en muchas ciudades, pueblos y barrios de hacer partícipes de la organización de la misma a otros colectivos de clase y de izquierda: partidos, asociaciones de parados, asociaciones de inmigrantes, comités de huelga que se están creando en muchos barrios y pueblos…

LAS MANIFESTACIONES

Realmente, la huelga en sí, ante las dificultades para ejercerla por parte de millones de trabajadores sometidos al chantaje del contrato eventual (un 30% del total de trabajadores españoles son eventuales), no define del todo el ambiente reinante en las manifestaciones.

Según las cifras de los sindicatos UGT Y CC.OO. (algunas de las cuáles se pueden matizar), las manifestaciones convocadas por ellos más numerosas por participación han sido las de Madrid, con 500.000 personas; y Barcelona, con 400.000.

Por su parte, en Andalucía hemos tenido en Sevilla la manifestación más numerosa con 50.000 asistentes, seguida de Huelva y Córdoba con 20.000 cada una, y Málaga con 18.000. En Jaén hubo más de 7.000 personas, casi el doble que en el 2002.

En Aragón, en la manifestación de Zaragoza se han congregado 100.000 personas, más que en el 2002. Ha habido una importante movilización en Huesca, Sabiñánigo, Barbastro, Monzón. Caspe, Teruel, Alcañiz, Ejea y Tauste.

Mientras, en la manifestación de Oviedo (Asturias) han participado 100.000 personas, junto a 10.000 que reunió la convocada por la CSI.

Ha habido 10.000 en Santander (Cantabria). En Castilla y León, destaca Valladolid con 40.

En Galicia hubo 70.000 en Vigo en la de UGT-CC.OO. y 40.000 de la CIG; con lo que sumadas ambas cifras superan la asistencia de 2002).

En lo que respecta a las islas, la cifra en Baleares es de 20.000, mientras que alcanza los 21.800 en Canarias, destacando los 10.000 manifestantes de Gran Canaria y los 7.500 de Tenerife.

También se han registrado 20.000 manifestantes en las manifestaciones en Murcia, de ellos 5.000 en Cartagena; y un total de 90.000 en Valencia, con 40.000 en Alicante y 20.000 en Castellón.

10.000 manifestantes hubo en Pamplona , donde se paralizó el principal polígono industrial de Landaben (donde está la factoría de Volskwagen).

8.000 manifestantes hubo en Bilbao; 2.000 en Donostia; 2.500 en Vitoria. En Álava pararon Sidenor, Arregui, pequeñas empresas del metal, y una minoría en Mercedes o Michelín. En cualquier caso, había en Euskadi un ambiente reflexivo, pero no de pesimismo ni de derrota.

Ha habido más de 100 manifestaciones por todo el Estado.

El ambiente predominante ha sido de confianza y fuerza, sobre todo según avanzaba la jornada. Eso ha sido palmario en manifestaciones como las de Zaragoza, Barcelona o Madrid. El ambiente de lucha con la derecha del PP, gobernante en Madrid, contra la que se lleva luchando en los últimos años, se ha expresado también en Madrid, potenciado aún más por las declaraciones provocadoras de “la condesa de Murillo y grande de España” Esperanza Aguirre.

REPRESIÓN

Andrés Bódalo, del SAT de Jaén nos comentaba la agresividad y el dispositivo policial no vistos en la última década. Hay que tomar nota de este aspecto, pues va a ser un anticipo del tono represivo al que nos enfrentaremos en el próximo periodo.

Una constante de la jornada ha sido la presencia de policías secretas en los piquetes informativos. El incidente más grave se ha dado en Getafe, en las factorías de la empresa aeonáutica CASA. No está claro del todo, pero parece que los piquetes descubrieron a dos policías secretas y los redujeron. Seguidamente, la policía los rescató disparando munición real al aire. Los representantes sindicales enseñaron en rueda de prensa hasta siete casquillos de bala recogidos en el lugar de los hechos.

La provocación organizada en Barcelona es, probablemente, la causa que permitió el final, antes de tiempo, de la manifestación de Barcelona.

La policía ha entrado dentro del Rectorado de la universidad de Sevilla, golpeando a diestro y siniestro, tal como acreditan los videos recogidos en la web del SAT (www.sindicatoandaluz.com).

En Valencia el portavoz de Intersindical Valenciana,

 Vicent Mauri ha explicado bien cómo: “El gobierno intenta ocultar el éxito de la huelga con la represión policial” .“No recuerdo ninguna huelga general donde la represión policial haya sido tan fuerte”.

En Valencia, un manifestante tuvo que ser operado a consecuencia de los golpes de la policía.

En Madrid ha habido 60 detenidos. Ha habido un mínimo de 30 detenidos en Cataluña, y decenas más en todo el Estado. La policía nos ha pedido los datos identificativos a 1500 participantes en las protestas.

¿Y AHORA QUÉ?

El propio Gobierno y la burguesía en la última semana eran conscientes del cambio de ánimo que se estaba operando en los últimos días de la propia convocatoria. Ya no hablaban de manera tan exultante y descarada, como hace dos o tres semanas, detallando sus planes de futuros de ataques en las pensiones.

Si leemos atentamente la editorial que hoy publica El País, podemos constatar que hay un elemento de preocupación y cautela en las líneas que ahí aparecen.

El Gobierno está desesperado por llegar a algún tipo de acuerdo con las direcciones sindicales. La cuestión es: ¿Qué puede ofrecer a los dirigentes sindicales? ¿Negociar el reglamento de la reforma laboral y su aplicación?

Pero, además, no es el Gobierno del PSOE el que marca la agenda. El Gobierno, ahora más que nunca, no es más que, como diría Lenin, “un consejo de administración del capital financiero y de los monopolios”, y recibe las órdenes de éstos.

Sencillamente, los dirigentes sindicales no pueden aceptar los aspectos básicos de la

Reforma y, menos aún, tragar con la política que en materia de pensiones la burguesía ha decidido ya tratar de llevar adelante: probablemente alargar la jubilación a los 67 años y prolongar el periodo de cálculo de las mismas para reducir su cuantía. Los presupuestos van a ser muy restrictivos.

Los dirigentes sindicales, más pronto que tarde tendrán que responder y convocar a toda la clase trabajadora.

¿Cómo responderá ésta? ¿Será menor su participación, su combatividad?

Podemos responder con otras preguntas:

¿Qué efectos tiene en la conciencia de muchos trabajadores que se han puesto en pie a los que hoy se intenta ningüenear por parte de los medios de comunicación?

¿Qué pasará con aquellos trabajadores que no fueron a la huelga confiando en que la recuperación económica “está a la vuelta de la esquina” o pensando “que estos son los últimos sacrificios”?

Una cosa es explicar en un papel lo que es la reforma laboral y otra cosa es padecerla ¿No radicalizará a crecientes capas de trabajadores la realidad que toca vivir a partir de ahora? O, por el contrario, ¿Se amortiguará la lucha de clases?

Podemos atrevernos a expresar que otra idea que había entre muchos manifestantes con los que hablábamos es la de que: “Esto no se acaba con una huelga y que va a haber que seguir luchando”.

Cada vez más trabajadores son conscientes, día a día, de que los ataques a los que nos enfrentamos son duraderos y rompen con el periodo anterior de décadas donde se pudieron conseguir determinadas concesiones y avances.

Por tanto, y a raíz de esta huelga, de las debilidades y fortalezas que se han mostrado, sí ha empezado una reflexión profunda sobre los métodos que hay que recuperar: hay que recuperar los piquetes (a los que no asistan tan solo los delegados sindicales o activistas), las asambleas decisorias, los comités de huelga, mejorar la coordinación entre las asociaciones de izquierda.

La disyuntiva que tiene por delante la clase obrera es difícil pero, con acontecimientos de los que aprenderá, y con el tiempo adecuado, podrá sacar las conclusiones oportunas. Esta huelga ha servido para poner en pie a un sector decisivo de los trabajadores, no solo a su vanguardia más militante. Hay mucha gente joven que se ha incorporado a la lucha organizada. Cada vez más trabajadores llegarán a la conclusión de que la única solución pasa por el camino de la lucha colectiva y el de cuestionarse los fundamentos mismos de esta sociedad.

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