El acuerdo de Suecia con Turquía, manchado de sangre
El gobierno sueco pasó el examen de ingreso a la OTAN prometiendo ayudar al imperialismo turco a ahogar en sangre la lucha kurda.
Ya en noviembre, los socialdemócratas en el poder querían «profundizar su colaboración con el PYD [la rama siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, PKK]» porque «apoyan el trabajo de la autodeterminación en el noreste de Siria por la democracia y el respeto de los derechos humanos». La ministra de Asuntos Exteriores socialdemócrata, Ann Linde, dijo lo siguiente hace tres años:
«Suecia agradece profundamente los sacrificios que los kurdos y las minorías de la región han hecho en la lucha contra el Daesh… Suecia condena el ataque ilegal de Turquía contra el noreste de Siria… [los kurdos] han llevado una gran carga y es importante que ahora reciban el apoyo del resto del mundo.»
En la página web de los socialdemócratas todavía se puede leer: «Es inaceptable que los luchadores por la libertad que han combatido o simpatizan con las YPG/YPJ [organizaciones de autodefensa kurdas] o el PYD sean repentinamente clasificados por algunos actores estatales como terroristas». Ahora los socialdemócratas han hecho exactamente eso que en noviembre calificaron de «inaceptable» y tratan al PYD como una organización terrorista.
De acuerdo con un memorando trilateral, a cambio de que Turquía renuncie a su veto al ingreso de Suecia en la OTAN, ésta -junto con Finlandia, que también aspira a ingresar en la OTAN- dará a Turquía «pleno apoyo contra las amenazas a su seguridad nacional». Para evitar malentendidos, se aclara que se trata de los kurdos: «A tal efecto, Finlandia y Suecia no prestarán apoyo a YPG/PYD». El exministro socialdemócrata Pierre Schori resumió el contenido del acuerdo como un «gran golpe de mano [del presidente turco] Erdogan, una vergüenza para Suecia y una traición a los kurdos».
Hipocresía
La hipocresía del capitalismo sueco es ahora más que evidente. Los que ayer eran luchadores por la libertad hoy se convierten en terroristas. La lucha por la liberación de las pequeñas naciones siempre ha sido sólo una ficha de juego para los imperialistas, los cuales las intercambian alegremente cuando les conviene.
Las siguientes promesas concretan el apoyo total de Suecia y Finlandia al imperialismo turco:
- «Establecer un mecanismo conjunto y estructurado de diálogo y cooperación en todos los niveles de gobierno e incluso entre las fuerzas del orden y los organismos de inteligencia».
- Endurecer las leyes antidemocráticas llamadas «antiterroristas».
- Prohibir el reclutamiento y la financiación del PKK y de otras «organizaciones terroristas», así como de «los individuos de grupos o redes afiliados e inspirados vinculados a estas organizaciones terroristas».
- Finlandia y Suecia abordarán las «solicitudes pendientes de deportación o extradición de sospechosos de terrorismo por parte de Turquía de forma rápida y exhaustiva».
- Empezar a exportar armas a Turquía.
Esto significa que, al proporcionar información, ayudarán activamente a Erdogan a perseguir a sus oponentes políticos. Si estos se refugian en Suecia, se les prohibirá o restringirá de otro modo la continuación de su labor política. Las partes relativas a la «financiación y el reclutamiento» son tan vagas que podrían abarcar prácticamente cualquier organización que se oponga al gobierno de Erdogan.
The Economist, órgano de la clase dominante británica, califica el acuerdo como «victoria para Erdogan» y afirma: «Dada la dirección del Sr. Erdogan hacia la autocracia, y su tendencia a describir a todos los opositores como terroristas, muchos se preocuparán que los Estados nórdicos se arriesguen a debilitar su compromiso con los derechos humanos y el asilo de los disidentes políticos.»
Según el periódico turco Hürriyet, Erdogan buscaba la extradición de 33 individuos de Suecia y 12 de Finlandia, sin embargo, el jueves, Erdogan afirmó que Suecia había prometido extraditar 73 personas, y que, si no se cumplía esta promesa, él se negaría a ratificar el ingreso de Suecia en la OTAN. Esto permite colocar un gran signo de interrogación sobre todo el acuerdo.
Una cosa es que el gobierno sueco acepte este acuerdo, cuyo significado represivo sólo se conocerá más tarde, y otra completamente distinta es que acepte entregar a un gran número de personas por adelantado. Es evidente que tienen la necesidad de presentar este sórdido intercambio imitando las leyes, normas y reglamentos suecos. Si cumplen las exigencias de Erdogan, toda esta burocracia quedará abiertamente expuesta como nada más que una despreciable farsa.
Después de que Turquía comprara un sistema de defensa antiaérea ruso S-400, Estados Unidos tomó represalias prohibiéndole el acceso al moderno caza F-35. Por lo tanto, Erdogan ha estado tratando de asegurar un acuerdo para comprar de EE. UU 40 versiones modernizadas de F-16 cazas, así como kits de modernización para otros 80 aviones de combate. Está claro que la solicitud de Suecia y Finlandia de ingresar en la OTAN dio a Erdogan poder de negociación en este sentido. No es de extrañar, pues, que la administración Biden aceptara la solicitud de Turquía un día después de que se alcanzara el acuerdo entre Turquía, Suecia y Finlandia.
En cuanto a las extradiciones arbitrarias, el Estado sueco no tiene un buen historial. La legislación sueca prohíbe la extradición de personas por delitos políticos, pero es posible extraditarlas por terrorismo. Con el respaldo de un acuerdo que califica de terrorista a cualquier «grupo o red» que tenga algún tipo de conexión con el PKK -y una ley antiterrorista sueca más represiva- cambiar la redacción de dichas leyes debe ser un asunto menor para las autoridades.
También es ilegal extraditar a personas si corren riesgo de ser torturadas. Esto es aún más fácil de ignorar. En 2001, el gobierno socialdemócrata extraditó a Mohammad Alzery y Ahmed Agiza a pesar del riesgo de que fueran torturados. Habían recibido supuestas garantías diplomáticas de Egipto de que no serían sometidos a tortura. Una vez extraditados, fueron, de hecho, sometidos a tortura.
Estas «garantías diplomáticas» son una laguna legal que el gobierno puede explotar fácilmente según le convenga. Para el régimen de Erdogan, sería lo más fácil del mundo hacer lo mismo que en Egipto.
¡Opongámonos a la adhesión a la OTAN ¡Opongámonos al acuerdo con Erdogan!
La excusa para entrar en la OTAN consistió en la oposición de Suecia al régimen «opresivo», «autocrático» y «despiadado» (y demás) de Rusia tras la invasión de Ucrania. La cuota de entrada fue una colaboración de largo alcance con un régimen igualmente opresivo, autocrático y despiadado en Turquía, al que ahora proporcionará apoyo en su guerra unilateral contra el terror y la opresión seculares de los kurdos.
Para los imperialistas suecos hay, por supuesto, una diferencia crucial. Tienen un gran interés económico en neutralizar a Rusia para beneficiar a las empresas suecas en el Báltico. Celebrarán la decisión de la OTAN, lo cual aumentará su presencia militar en la región del Mar Báltico y en los países fronterizos con Rusia. Pero no tienen ningún interés económico en ayudar a los kurdos, a los que sacrifican con entusiasmo a cambio de reforzar su propia posición internacional.
Desde el punto de vista del imperialismo sueco, el acuerdo con Erdogan no es una anomalía, sino que está en plena consonancia con sus objetivos: obtener más posiciones para mercados financieros, aumentar sus ganancias y seguir explotando a otros pueblos. Este es el objetivo fundamental de la alianza de la OTAN.
Es particularmente vergonzoso que este acuerdo llegue en un momento en el que Erdogan está preparando otra ofensiva militar contra los kurdos en el norte de Siria.
Durante varios meses, tanto Erdogan como otros funcionarios turcos han estado hablando de «limpiar» el PKK. Estos preparativos de guerra, con este acuerdo, reciben ahora la firme ayuda de Suecia. No es menos importante mencionar que los militares turcos encontrarán un uso para las armas suecas, las cuales una vez más están dispuestas a exportar.
Extendemos nuestra plena solidaridad a los kurdos, turcos y todos aquellos que injustamente serán encarcelados, torturados y asesinados con la ayuda del Estado sueco.
Hacemos un llamamiento a la izquierda y al movimiento obrero -incluidos los socialdemócratas que se oponen a las políticas de su directiva- para que inmediatamente organicen protestas contra el acuerdo con Erdogan, así como contra la pertenencia a la OTAN.
La clase obrera no tiene nada que ganar con el ingreso a la OTAN. Sólo reforzará nuestros grilletes y conducirá a una mayor división de clases. No estaremos más seguros. Por el contrario, Suecia se ve abocada a una escalada del conflicto entre las grandes potencias en la que la paz y la seguridad siempre cederán el paso a la cínica búsqueda de ganancias. El único camino es el internacionalismo, la lucha de clases y la revolución socialista para destruir al monstruo imperialista de una vez por todas.
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