Desesperación e ira en Mercedes Benz-Vitoria
En la madrugada del día de Nochevieja, un hecho extraordinario conmocionó y dio qué pensar a los trabajadores en Vitoria-Gasteiz. Un trabajador de 38 años, antiguo operario de Mercedes Benz, en un ataque de desesperación e ira, entró con una pala cargadora en el aparcamiento de la empresa y destrozó alrededor de 70 furgonetas.
El trabajador, que había sido despedido de la fábrica y que ahora prestaba sus servicios como eventual de una ETT en una empresa de reciclaje de residuos metálicos del polígono industrial de Gojain, entró en la empresa de reciclaje en su último día de trabajo, tomó una pala-cargadora, embistió a las otras palas, destruyó un arco de seguridad para medir la radioactividad de los metales y un vehículo aparcado, derribó las puertas de salida y se dirigió a la fábrica de Mercedes Benz, distante 21 km.
Recorrió con este vehículo pesado esos kilómetros, en pleno toque de queda, causando daños a su paso en la vía pública y hacia la una de la madrugada embistió con la pala el muro y la valla del parking donde se almacenan las furgonetas terminadas y las fue dañando. La fábrica estaba parada, sólo equipos de mantenimiento estaban en su interior y los guardas de seguridad, que avisaron a la Ertzaintza evitaron que accediera a la línea robotizada de montaje.
El trabajador fue detenido y el juez ha decretado su libertad con cargos.
Este hecho, que expresa un agudo malestar, una explosión de rabia, incluso una locura, nos obliga a preguntarnos: ¿Por qué un joven trabajador destruye su vida y su futuro de esa manera? ¿Por qué destruye el producto de su trabajo y el de sus compañeros?
Muchas miradas han ido a las pérdidas económicas que ha sufrido la empresa o a los motivos personales que tenia para atacarla, pero si vamos un paso más allá ¿por qué dirigió esa frustración e ira contra la empresa y no atacó un banco o siguió destruyendo señales de tráfico? Ni siquiera robó una furgoneta, sólo buscaba hacer daño a la empresa que le había despedido. Entonces, ¿qué papel ha jugado en este acto de vandalismo el trato que le dio la empresa? ¿qué influencia han podido tener sus condiciones laborales en esta reacción?
¿Qué condiciones de trabajo y salario tienen los trabajadores, especialmente los jóvenes?.¿ Qué respuestas sindicales y colectivas existen para encauzar este profundo malestar causado por la permanente e inacabable degradación de nuestras condiciones de trabajo, precariedad en el empleo, destrucción de nuestros derechos sociales?
El incremento de la explotación del trabajo tiene como consecuencia la imposibilidad de ser persona, los trabajadores no pueden emanciparse; de hecho según el Consejo de la Juventud, el porcentaje de emancipación de los jóvenes no supera el 18,7% antes de los 30 años. También aumenta el número de trabajadores pobres. Tomemos este caso como ejemplo, este trabajador tiene 38 años y sigue en la precariedad, ¿qué proyecto vital se puede tener en esas circunstancias ? ¿qué familia se puede formar en esa permanente inestabilidad? Y así año tras año, viendo como se escapa la vida, con salarios miserables, pisoteados como personas en sus centros de trabajo, acumulando rabia y frustración, ¿nos extraña que alguien como este trabajador se tome la justicia por su mano ante semejante perspectiva de vida? Este trabajador ha decidido descargar su ira y su frustración contra aquellos que él considera responsables de haber roto su sueños de un empleo fijo, un salario estable, unas condiciones de trabajo que consideraba asumibles.
La mayoría de los trabajadores no reaccionan así, la mayoría aprieta los dientes, descarga su ira sobre sí mismo y sobre su entorno y sigue luchando por la existencia. Sin embargo en algunos casos: desahucios, despidos, incluso llegan al suicidio, culpándose a sí mismos e incapaces de hacer frente a la situación.
Muchos miran hacia sus sindicatos y no encuentran una respuesta convincente. Son patéticas las declaraciones de las direcciones de UGT y CCOO ante la congelación del salario mínimo, cuando el 25% de la población está bajo el umbral de la pobreza. Protestas y lamentos inútiles frente a las decisiones de la patronal de aumentar su grado de explotación a costa de los trabajadores.
Las luchas recientes contra los despidos del sector aeronáutico, en el que las empresas han conseguido deshacerse una tras otra del excedente de trabajadores que les sobran para mantener sus beneficios con la excusa de la crisis en el sector, nos han mostrado una estrategia derrotista, una falta de confianza en la capacidad de lucha conjunta de los trabajadores del sector.
La dirección de Mercedes Benz ha despedido a 500 eventuales. La producción de 2020 ha sido 125.000 furgonetas, el objetivo de producción de 2021 está fijado en 135.500 furgonetas. Es decir menos trabajadores producirán mas furgonetas a costa de más jornada laboral, más flexibilidad, más intensidad del trabajo, en definitiva más explotación. La única respuesta, el único apoyo que han encontrado los despedidos ha sido una protesta de los representantes sindicales de la matriz y de las contratas.
Las direcciones sindicales, han aceptado como buena moneda en los últimos años los límites que impone el capital: recortes salariales, despidos, flexibilidad en el trabajo, bajas “voluntarias”, jubilaciones “anticipadas”, auténtico chantaje patronal con la amenaza de la deslocalización o el cierre en muchos casos. Después de defender esta política del mal menor, que transmite debilidad de cara a la patronal, derrotismo y fatalismo de cara a los trabajadores, los dirigentes sindicales son incapaces de hacer frente a las exigencias patronales de despidos masivos con la excusa de la crisis o de la Covid, debilitan la capacidad de lucha unitaria de los trabajadores, por lo que no nos debería extrañar que surjan actitudes desesperadas como la que ha llevado a cabo este trabajador.
Son necesarias, más que nunca, direcciones sindicales que se acerquen a los problemas de los trabajadores en las fábricas, tenemos que recuperar las genuinas tradiciones de la clase obrera, y dotarles de un programa de lucha reivindicativa frente a la patronal y al Gobierno; eso les daría confianza en la lucha y fortalecería su organización. Esto es necesario para plantar cara al capital, que nos quiere esclavizar, y luchar por una sociedad en la que podamos desarrollarnos como seres humanos plenamente y desterremos la basura que significa este sistema capitalista que nos lleva a la desesperación, la frustración y la alienación.
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